Kylian Mbappé, como titular, y Luka Modric, como revulsivo, marcaron la diferencia para que el Real Madrid ganara al Celta de Vigo en la 10ª jornada de la Liga. Este sábado por la noche, la expedición de Carlo Ancelotti se desplazó a Galicia y se vio las caras con un Celta de Vigo de referencia. Los de Claudio Giráldez hicieron méritos no solo para empatar, sino también para vencer, así que se resignaron a una caída tan amarga como constituyente de orgullo.
El 'MVP', el dorsal 9 de los blancos, determinó el ritmo de gran parte de la cita por su trabajo en fase ofensiva. Partiendo desde el costado izquierdo, dotó de velocidad a todos los ataques de su equipo con incansables recortes. Encaró la portería siempre que pudo y se mostró con tantas ganas de ser protagonista que incluso se enfadó con Vinicius cuando este no le detectaba para asociarse con él en alguna jugada. Estos mosqueos, eso sí, eran anecdóticos. Primó la química.
En el minuto 20, el francés castigó el primer error grave de la defensa anfitriona. Fran Beltrán se equivocó al sacar la pelota de atrás y esta rebotó en el pie de Eduardo Camavinga. Acabó en el poder del galo en la frontal, sede de un derechazo rumbo a la escuadra izquierda de Vicente Guaita. Si bien la pelota no entró de lleno por el ángulo, le perdonó tan solo medio metro antes de anidar en el fondo de las mallas.
Ya a estas alturas del partido, las alternancias en el juego estaban disponiendo un cara a cara entretenido en el que el Celta tuteaba al Madrid. Borja Iglesias y Jonathan Bamba monopolizaron los tres cuartos de campo aprovechando que Aurélien Tchouaméni no terminaba de entender cuándo Carlo Ancelotti quería que se incrustara entre Éder Militão y Antonio Rüdiger y cuándo prefería que avanzara para dejar tras de sí una línea de cuatro.
De no ser por Thibaut Courtois, los 'merengues' habrían encajado más de un gol. El único que pudo contabilizarse el cuadro de Giráldez lo cobró Williot Swedberg nada más arrancar la segunda mitad. La guardia de Concha Espina se durmió en una de tantas combinaciones en las que Bamba bajaba del área rival para acelerar acometidas, la pelota le llegó a Mingueza por la banda y se encauzó a un centro que el delantero reposó, con el interior de la diestra, pegado al palo zurdo del cancerbero.
No era la primera vez que los gallegos le batían. Ya en el 22', justo después de la apertura de la lata, Borja Iglesias recibió el cuero solo ante el portero merced a un rebote que el árbitro entendió que procedía de un compañero a pesar de que Tchouaméni había estado por medio. En este momento, el belga ya había salvado un mano a mano con Swedberg en el 8'. Acabaría, asimismo, repeliendo, con el pie, un desvío a bocajarro de Bamba y respirando aliviado ante un tiro que, justo delante de él, Douvikas mandó fuera en el tiempo de descuento.
No son solo estas oportunidades las que argumentan la buena actuación de los celestes, sino su dominio de varios tramos prolongados del partido. A la coctelera Bamba-Iglesias antes mencionada se agregaba un Mingueza desatado desde la banda derecha, origen de múltiples internadas, diagonales y hasta una 'croqueta' a Ferland Mendy dentro del área que por poco no acaba en delirio para las gradas de Balaídos.
En el Real Madrid, aunque funcionaban a la perfección mecanismos como los pases en largo de Antonio Rüdiger y Fede Valverde, la electricidad de Mbappé o los regates de Vinicius, la versión estaba por debajo de lo que las expectativas exigen. La mayor prueba residió en constantes enfados por parte de Ancelotti desde la banda. Jude Bellingham, por ejemplo, no presentó un mal encuentro, pero se dejó ver mucho menos de lo que el plan sugería por la libertad de movimientos que se le cedió.
Esta incomodidad de los blancos y las buenas sensaciones del Celta se llevaron un mazazo con el ingreso de Luka Modric en el minuto 63. Su entrenador pensó en él para aumentar el gobierno de la posesión y dar más calma a sus tropas. Acertó de lleno. Para mayor coronación, tardó 3' en telegrafiarle a Vinicius un pase raso a la espalda de la zaga para que alargara su 'sprint', evitara así que Guaita le taponara a gusto y le ajusticiara exportando el cuero a sus redes entre su brazo izquierdo y su costado.
El croata no solo se antojó clave en labores ofensivas, sino que prestó su ayuda en las defensivas hasta el punto de detener, con el cuerpo, un tiro de Alfon González. Era una acción de valor de gol. Con la visita del Borussia Dortmund y el 'Clásico' a la vuelta de la esquina, reúne méritos de sobra para volver a la titularidad y dar otro golpe sobre la mesa de la edad. No es un número. Es un grado y marca diferencias incluso cuando el rival es de referencia.