Haberlas, haylas

Parece cosa de brujas. O de meigas, en este caso. El Celta se fue al descanso habiendo recibido el gol del empate de penalti en el añadido, misma acción que le costó la roja a Marcos Alonso. Si suelen llamar a un tanto en contra "gol psicológico", ese doble mazazo debió volver completamente loco al equipo de Claudio Giráldez. Pero no: acabó ganando e incluso se llegó a poner con un 3-1 a favor.
El Sevilla dejó pasar una oportunidad inmejorable para haber cerrado casi de forma definitiva su permanencia. Y eso que empezó por debajo en el marcador. Tras una buena oportunidad de Pedrosa que salvó Guaita con el pie, llegó el 1-0 a los 19 minutos. Ilaix Moriba, muy activo por la derecha en el arranque, recibió de Swedberg en el área, se giró sobre sí mismo y cruzó lo justo el remate con la derecha.
Con ese resultado, el Celta volvía a una 7ª plaza que da acceso a la Europa League y que se había puesto aún más cara con las victorias de Rayo Vallecano y Valencia. Sin embargo, los de Joaquín Caparrós reaccionaron. Aunque se estiró poco a poco y sin alardes, les valió para encontrar el empate en el añadido.
Marcos Alonso puso el brazo y cortó un autopase de Peque en el área al que no parecía llegar el atacante sevillista. El penalti fue tan claro que a todos extrañó que González Fuertes fuese al monitor para revisar la acción. Pero el aviso del VAR no fue sobre la pena máxima, sino por una posible tarjeta roja que fue real. El defensa local dejó a su equipo con 10 al entender el colegiado que era una ocasión manifiesta de gol y que no hubo intención de disputar la pelota.
Gudelj, que tiró una primera vez sin consentimiento del colegiado, también marcó en su segundo disparo. Así se llegó al descanso. Todo hacía indicar que el empate, en ese momento, pasaba a ser un gran resultado para el Celta y bastante poco rédito para los andaluces. Sin embargo, las tornas empezaron a cambiar desde el mismo pitido del árbitro en una segunda parte que dominaron los de Giráldez. Primero lo hicieron en sensaciones y, poco después, en hechos tangibles.
Con 10, los de casa desafiaron a la lógica y fueron los que más propusieron en ataque. Y pasada la hora de juego, llegó el 2-1. Fran Beltrán empezó la jugada con un robo y jugó con Hugo Álvarez, que se deshizo bien de su marca para meter un pase al espacio a su compañero. Este levantó el balón hasta el segundo palo desde línea de fondo y encontró el acertado remate, de primeras y a botepronto, de Mingueza con la zurda.
La reacción del Sevilla fue inmediata. En el 69', Suso le pegó a una falta en la frontal y la pelota, tras dar en la barrera, obligó a rectificar a Guaita. El portero sacó la mano izquierda a contrapié y salvó el tanto del empate. Esto dio paso a varios minutos de imprecisiones y poca actividad en las áreas antes de una recta final en el que todo se animó.
En el 90', el meta local firmó el paradón de la semana: metió una mano cerca del larguero para dejar sin gol a Kike Salas. El '4' fue la mejor baza en ataque del Sevilla en el añadido e incluso acabaría marcando después de un par de situaciones peligrosas más. Pero antes, llegó el 3-1 de Borja Iglesias. Con una definición perfecta de vaselina, superó a Nyland tras un mal despeje de Gudelj y llevó la tranquilidad a las gradas de Balaídos. Incluso a la que está medio derruida por obras.
Sin embargo, faltaba la emoción final. Con los de Caparrós volcados, llegó el definitivo 3-2. Salas aprovechó un mal despeje de Guaita y, a placer en el área, hizo el último tanto del encuentro. Apenas le quedaron unos cuantos segundos a un Sevilla que, tras el pitido final, se queda con 38 puntos, 5 más que la zona de descenso. El Celta, por su parte, se queda 7º con 49, 4 más que el Valencia.