Si alguien compra un modelo de móvil 'lite', sabe que se ahorrará unos euros, pero que adquirirá algo que, simplemente, no da para más. Será un teléfono con limitaciones, aunque con buenas intenciones. No es que esté roto ni que haya sido un timo. Es, solo, que no está a la altura de los mejores. De los modelos 'pro', por ejemplo. Y justo eso pasa con este Milan.
El Inter está en su mejor versión. Sus componentes, de mucha mayor calidad, sí pueden acercarle a esa versión 'pro', aunque su victoria ante su histórico rival le asemejó más al Inter del Pro, aquel viejo Iss Pro Evolution Soccer en el que los dos equipos de Milán eran 'TT' en los salones y dormitorios de medio mundo.
Y es que Simone Inzaghi tiene a Barella, Lautaro, Dzeko, Lukaku, Çalhanoglu o Brozovic, entre otros. Jugadores de nivel, de calidad y de talento que, eso sí, no siempre han sabido competir ni aunarse para mostrar la versión más eficiente del equipo 'nerazzurri'. ¿Pero qué tiene el Milan? Con Ibrahimovic eternamente lesionado y Rafael Leao fuera por molestias, el ataque que le queda a Stefano Pioli es Saelemaekers, Giroud, Brahim o Junior Messias. El tercero no puede hacerlo todo. El primero parece que no puede hacer nada. El segundo, solo algunas cosas y no todos los días. Y el último, suplente incluso con la lesión de Leao, es un poco 'lite'. No hay más.
Por tanto, Pioli y sus jugadores merecen el reconocimiento de los que dan más de lo que tienen. El techo de estos mimbres, seguramente, sea mucho más bajo del que ha terminado siendo, pero estos han agrandado la habitación como han podido. Lo que pasa es que, para la Champions, se necesita un palacio para el que, simplemente, no le llega al Milan.
Apisonadora y florecilla
El inicio de partido fue la mezcla perfecta para el delirio del Inter. El equipo de Inzaghi fue una apisonadora que, para colmo, se topó con florecillas como resistencia. Parecía que las sensaciones previas caían del lado visitante. Y eso se reflejó en el marcador a los 8 minutos, cuando Dzeko adelantó a los suyos. Calabria intentó cubrirlo de todas las formas posibles en un córner, pero el '9' metió la zurda para mandar el saque de esquina al ángulo izquierdo de Maignan.
El defensa había sido una de las claves del éxito 'rossonero' ante el Nápoles. Pero fue, junto a Kjaer, Theo, Tomori y Tonali, un manojo de nervios y desaciertos que hicieron del sistema defensivo del Milan la puerta de un centro comercial en el primer minuto de rebajas. Y eso se vio reflejado en el 0-2, que llegó solo 3 minutos después del tanto de Dzeko.
La frontal del área fue una autopista con el peaje invitado por la casa para Mkhitaryan. El armenio, tras un control orientado a pase de Dimarco, se coló en el área entre un Tonali que no le pillaba y un Theo que se resbaló y no le salió al paso. Con la derecha, remató centrado y batió a un Maignan que intentó adivinar, sin éxito, su disparo.
Pero la cosa pudo ir a peor. En el 16', Çalhanoglu, considerado un traidor por la afición 'rossonera' por su marcha al eterno rival, mandó un trallazo al palo y Maginan salvó el rechace ante Mkhitaryan. En el 23', Dzeko chutó fuera tras un contragolpe. Y en el 32', el VAR le aconsejó a Gil Manzano que revisase el penalti que acaba de pitar a favor del Inter. Lautaro dejó en evidencia a Kjaer, pero el danés no cometió el doble error de derribarle.
Quedó en nada esa pena máxima y, para entonces, el Milan solo se había asomado con un remate de espuela de Calabria. Y Pioli ya había tenido que meter a Junior Messias por un Bennacer que, con su lesión, terminó de pintar negra la noche para el equipo local. Cierto es que la sensación de goleada histórica se diluyó conforme se acercaba el descanso, aunque Lautaro mandó un tiro desviado y Kjaer y Calabria, con errores defensivos de alevines, se empeñaran en mantener muerto al Milan.
Mejor intención, mismo resultado
El Inter había sido mejor y el Milan estuvo de acuerdo y le ayudó. Así fue el primer tiempo. En el segundo, las cosas cambiaron. Salió con colmillo un equipo de casa que, hasta entonces, apenas había babeado cual bebé con sus encías el área de Onana. Saelemaekers y Junior Messias no dan para mucho más, no al menos para un nivel de final de Champions. Y Giroud, quizás, lo diera más casi en época de Copa de Europa.
Pese a esto, la afición pudo estar orgullosa de los suyos. Brahim probó suerte con un zurdazo desviado que buscaba el palo más alejado. Más clara fue la de Messias, que más cerca y con menos trabas definió mucho peor que el '10'. Y Tonali, desde fuera, se quedó cerca del palo derecho de Onana. Tan cerca se quedó que, en el 63', se topó con él. Soltó un derechazo en el área tras un pase de Giroud atrás y una buena llegada de Origi por la izquierda que repelió la madera. El belga había entrado poco antes por Saelemaekers. Y en unos segundos ya superó la aportación de su compatriota.
Entre medias, Dzeko pudo convertir el 0-3, pero Maignan, con una pierna salvadora, mantuvo algo de esperanza para los suyos. Pero pasaron los mejores minutos del Milan y el resultado era el mismo. Posiblemente, la bajada de brazos fue inevitable al ver que ni con la mejor versión se podía limar el marcador. El Inter pasó a tener más la pelota y dormir el partido como la madre que duerme a un niño pese a algún intento contrario de este.
De hecho, las mejores ocasiones fueron para el Inter en la recta final. Thiaw tuvo que poner la pierna para mandar a córner un disparo de Darmian, que se encontró en el área un regalo de Junior Messias. Y ya en el 83', Gagliardini perdonó el 0-3 al dormirse en el área cuando lo tenía todo para, como poco, rematar con peligro. Antes del final, Pobega, desde la frontal, firmó el primer tiro a puerta del Milan en todo el partido para dejar claro que, quizás, a este equipo no le da para más.