A lo largo de nuestra infancia, siempre hemos tenido algún personaje épico y ficticio como nuestro favorito y al que siempre nos hemos querido parecer. Esos superhéroes que, a sabiendas de que no son reales, siempre nos sacaban una sonrisa a través del televisor cuando salvaban el mundo del caos y de destrucción. Y poco tiene que ver eso con el mundo del fútbol, o quizás mucho, pero esta noche Stamford Bridge pudo contemplar uno de carne y hueso en el terreno de juego.
El Chelsea-Manchester United fue de ese tipo de partidos en los que el guion deja de tener sentido y donde al guionista le va a explotar la cabeza. Una dosis perfecta de locura, con tintes de surrealismo que convierten los 90 minutos en un verdadero espectáculo. Pero vayamos por partes, porque no todo fue tan bonito como pareció ser.
Los primeros compases del encuentro no pudieron comenzar mejor, sobre todo, para el conjunto local. Y es que, a los 4 minutos del inicio, los 'blues' se pusieron por delante en el marcador por mediación de Gallagher. Perdida del United en el centro del campo y el conjunto 'blue' armó el contragolpe muy rápido. La pelota le llegó a Malo Gusto, que puso el esférico atrás para la llegada del '23' y este, tras el intento de despeje previo de Varane, mandó el esférico al fondo de la red para colocar el 1-0 en el marcador.
El Chelsea parecía un equipo nuevo, con llegadas peligrosas y con la sensación de superioridad aplastante. Pero todo ello tuvo una explicación muy clara: la frgilidad defensiva. Con el paso de los minutos, las tornas se cambiaron y fue el United el que comenzó a crecerse, aprovechándose, entre otras cosas, de los desajustes defensivos.
No obstante, en el minuto 20 de partido, el colegiado señaló la pena máxima tras una caída de Cucurella en el área ante Antony. Cole Palmer no perdonó y el 2-0 subió al electrónico. Camino de rosas para los de Pochettino.
Las fuerzas se fueron igualando y, tras un error garrafal e impropio de un profesional como Caicedo, Garnacho recortó distancias en el marcador en el 34' tras batir a Petrovic en el mano a mano. Este gol había dejado muy tocado al Chelsea, sobre todo, a nivel defensivo. Fruto de ello, y en una mala acción defensiva, los 'red devils' colocaron el empate al filo del descanso.
Antony abrió a la izquierda para Garnacho, que la dejó de cara a Dalot para un centro medido al segundo palo, donde Bruno Fernandes, libre de marca, solo tuvo que empujarla de cabeza. Así se llegó al final de los primeros 45 minutos, aunque lo mejor aún estaba por venir.
El segundo acto comenzó sin orden ni concierto y con los dos equipos volcados en las dos áreas. Maguire tuvo el gol en sus botas y, más tarde, Evans privó a Palmer de su doblete con una fenomenal barrida en el momento justo.
El partido estaba roto. Era de ida y vuelta. No había defensas y nadie tenía la intención de arreglar eso, ya que los dos conjuntos se desafiaron a tratar de replicar el juego del otro. Contragolpes rápidos, pero no efectivos, mientras que el espectador en la grada se volvía absolutamente loco con la vertiginosidad y rapidez que había ido cogiendo el juego.
Palmer le quita la capa de superhéroe a Garnacho
Superada la hora de partido, el Manchester United trató de ponerle calma al partido. Eso sí, nunca sin renunciar a la portería contraria. Así, en una jugada rápida y que pilló desprevenido a todo el mundo, Garnacho fue el más listo de la clase y aumentó la ventaja de su equipo.
Otro desajuste defensivo del Chelsea. Antony recibió el balón escorado a la derecha y con un magistral pase con el exterior de su pierna derecha vio al argentino que, ante la salida de Petrovic, se sacó el recurso de tocar lo justo con la cabeza para batir al meta y colocar el 2-3 en el marcador.
Esto fue el verdadero golpe de reacción que se tuvo que llevar el Chelsea. Los de Pochettino se volcaron a la desesperada sobre el área rival, pero la realidad es que ninguna, salvo en contadas ocasiones, de sus jugadas estaba generando peligro sobre Onana.
El tiempo pasaba y la desesperación se iba apoderando cada vez más de los locales, que veían como no iban a ser capaces de darle la vuelta al resultado adverso y se iban a quedar, una semana más, sin conseguir los tres puntos.
Ocho fueron los minutos de añadido en un partido que, lentamente, iba muriendo. Todo pareció salir a pedir de boca para el United, pero cuando nadie lo esperó, Dalot pecó de inocencia y acabó derribando a Madueke en el interior del área. Penalti.
Volvió a armarse de valor Palmer, que definió la pena máxima por el mismo lugar que lo hizo en primera instancia y colocó el 3-3 en el marcador. Un resultado que, pese a que el tiempo ya estaba cumplido, no fue definitivo.
El propio Madueke forzó un córner en la jugada siguiente. El Chelsea lo sacó en corto para el ex del City, que ni corto ni perezoso, probó fortuna con un lanzamiento desde fuera del área. La pelota tocó en McTominay y despistó a Onana. El esférico se coló al fondo de la red y el 4-3 subió al marcador, consagrando al '20' como el gran héroe de su equipo con el tanto de la victoria y su 'hat trick' particular.
No hubo tiempo para más y pese a que el Chelsea, a pesar del triunfo, sigue estando en una zona que no le corresponde por tradición y nombre, Stamford Bridge estalló de júbilo y alegría con el pitido final en una noche épica, mística y donde lo sobrenatural se apoderó de la realidad.