Sencillamente, esto es Primera División. Ni más ni menos. Para respirar tienes que desearlo como nadie, hacer lo imposible y rezar para que la diosa fortuna se decante de tu lado. Y si a todo esto le sumas que tu '10' llega cuando más lo necesitas, pues el resultado no puede ser otro.
El Almería consiguió puntuar ante el Espanyol (3-3) en el drama de la última jornada en Primera División. El doblete de Adri Embarba valió para sellar la permanencia del conjunto de Joan Francesc Ferrer 'Rubi' en el final no apto para cardíacos que estuvo a la altura de la temporada.
El Almería atacó y el Espanyol respondió
Quien se imaginase un partido descafeinado sin nada en juego, equivocado estaba como quien suma 2 más 2 y le da 5. Ambos equipos saltaron con la intensidad por bandera. Especialmente, los dorados, quienes se adelantaron en el marcador en el momento oportuno. Ese en el que Adri Embarba se asoció con Álex Centelles, quien puso el balón en la cabeza de El Bilal Touré. El testarazo del '9' acabó en la red de Joan García para la euforia de los visitantes.
Esa que apagó Javi Puado. Porque sí: el Almería atacó y el Espanyol respondió. Pese a estar descendido, el honor no se negoció en la idea de Luis García. Sergi Darder dibujó un pase al hueco que solo unos pocos afortunados pueden ver. ¿El objetivo? Las botas del '7', quien bajó de los cielos el cuero para reventarlo en las mallas de Fernando Martínez.
Entre pelotas de tenis y balones de playa
La frenética futbolística chocó con el impacto emocional del ambiente. Con su equipo arrancando el proyecto de Segunda División, los aficionados locales lanzaron pelotas de tenis y balones de plata hacia el terreno de juego. El enfado generalizado por decisiones arbitrales y el desenlace de la clasificación se justificaron con algunas pancartas, tales como 'De luto por la justicia deportiva'.
Sin embargo, todo lo ajeno lo borró lo que realmente importa con 4 goles en la 2ª mitad de la locura. Lo que pocas veces se ve y tantas alegrías da al alma del balompié. Y eso que la balanza se decantó hacia el lado que ya no podía salir del pozo, pero Adri Embarba se empeñó en achicar agua para escalar hacia la luz.
Por la gracia de Embarba
El resumen es que el Almería se salva por la gracia de Dios. O mejor dicho, la de Embarba; aunque por partes. El Espanyol se adelantó en el electrónico al arranque del acto final por mediación de Ronaël Pierre-Gabriel. El lateral francés supo leer a la perfección la trayectoria del envío de Brian Oliván desde la izquierda para entrar cual tren bala y superar el desafío de Fernando Martínez.
Aquí es donde el peso de toda una ciudad cayó en el dorsal '10'. El que combinó con Samú Costa en zona cercana a la frontal. El que controló con la melodía celestial de fondo el caramelo al hueco del portugués. Y el que, con una deliciosa vaselina, batió a Joan García. 2-2 y, momentáneamente, el Almería era equipo de Primera División... hasta que Luca Koleosho marcó el 3-2 en la individualidad que levantó de su butaca a los presentes.
Para esto llegó el VAR
Tiene gracia, porque lo que lleva todo el curso bajo las críticas acabó siendo el motivo por el que se hizo justicia divina. Largie Ramazani, a los segundos de entrar, cayó en el área local, lo que hizo estallar al banquillo dorado. Soto Grado recibió la llamada del VAR y acudió a la pantallita, esa que le mostró cómo la acción fue merecedora de señalar los 11 metros.
Hasta allí se dirigió Adri Embarba. Balón con cariño sobre el círculo pintado de blanco, pitada monumental del respetable, golpeo sutil de interior para engañar a Joan García en la psicológica y al fondo de la portería. 3-3. La permanencia en Primera División no podía ser el cuento de hadas. La acción, la intriga y la tragedia se transformaron en la euforia, el orgullo y la felicidad del Almería.