Morata recuerda que no todo es color de rosa

Se suele decir que no hay dos sin tres, aunque España no cumplió con el dicho. El equipo de De la Fuente parecía invencible y había mostrado ese aura de campeón que acaba decidiendo partidos y torneos. Sin embargo, 'la Roja', que por momentos estuvo muy lejos de su nivel, se llevó un golpe de realidad y vio a Portugal levantar la Liga de las Naciones en una tanda de penaltis que le había sonreído en la pasada final ante Croacia y en los cuartos de final de este año ante Países Bajos. Salió cara dos veces. Hoy tocaba cruz.
Con más de dos años sin perder un duelo oficial y con la trifecta de campeonatos con el seleccionador riojano al alcance, España comenzó poniendo sobre la mesa más argumentos para ostentar la etiqueta de favorita. Salieron al Allianz Arena a dominar. Estudiaron a su rival durante los primeros minutos manteniendo el control del balón, analizando por donde podían hacer daño a unas 'quinas' con más nombres que fútbol durante la primera parte.
De inmediato vieron los españoles que el eslabón débil era el lateral derecho, con un Joao Neves incómodo en una posición que no es la suya. Lo aprovecharon los chicos de De la Fuente para buscar de manera constante a Nico Williams. De una jugada del futbolista del Athletic nació la primera ocasión de España, con una llegada desde atrás de Pedri que no encontró portería.
Portugal, replegada, no sufría en exceso. Tampoco creaba sin balón o a kilómetros de la meta de Unai Simón cuando lo recuperaba. Tocaba y tocaba España, amasando cerca del 70% de posesión. En una acción combinativa entre Oyarzabal, Zubimendi y Lamine Yamal, el esférico acabó en un barullo dentro del área. Por allí apareció el propio Zubimendi, que había iniciado la acción, para empujar el esférico a placer en el 21' y colocar el 0-1.
Se ponía el duelo muy de cara para España, pero la clase, el talento y el oportunismo de Portugal hicieron acto de presencia de inmediato. Y es que en la siguiente acción, en el que fue casi el primer acercamiento luso, un avión llamado Nuno Mendes, con un disparo raso y cruzado con su zurda, ponía las tablas en el minuto 26.
El gol sembró algo de dudas en 'la Roja' y dio paso a unos minutos algo más parejos en los que las 'quinas' aprovecharon algunas pérdidas tontas en el centro del campo para ganar metros. Sin embargo, Unai Simón era un mero espectador. En la otra punta del campo, Diogo Costa tampoco tenía excesivo trabajo, aunque entre las largas posesiones de España tuvo que aparecer para incomodar lo justo a Nico Williams y que este no cambiara por un gol un excelente envío por alto al espacio de un Lamine que no estaba pudiendo brillar.
Pese al dominio de España, el duelo se encaminaba al descanso con el 1-1, pero en el momento clave apareció el hombre de los goles importantes. Mikel Oyarzabal, héroe de la Euro, aprovechó una conducción y un magnífico pase interior de Pedri tras una recuperación de España para batir con solvencia a Diogo Costa y poner el 1-2 antes del paso por los vestuarios.
Abajo en el marcador y con la lección aprendida, Roberto Martínez realizó al descanso unas modificaciones tácticas. Quitó a un Joao Neves superado para colocar a un Semedo que sí conoce el oficio y dio entrada a Rúben Neves por Conceiçao para poblar el centro del campo y liberar de tanta carga defensiva a Bruno Fernandes y Bernardo Silva.
Dos variantes que surtieron efecto de inmediato, pues Portugal pasó a dominar el partido desde la presión y la posesión ante una España apagada y con posesiones estériles en su mayoría. Solo Martín Zubimendi, sublime, aportaba algo de claridad en la salida de balón.
Pese al dominio, los lusos no terminaban de generar problemas a España. Sin embargo, en esas, apareció nuevamente en ataque un Nuno Mendes imparable que rompió a Lamine y se aprovechó de la inocencia de Mingueza para poner un centro que, con algo de fortuna, cayó en los dominios de Cristiano Ronaldo. Sin la velocidad de antaño, sin esos movimientos de atleta, con 40 años... pero letal. Siempre letal. Una le llegó, una mandó a la jaula.
Con 2-2 en el marcador y el partido algo más descontrolado, ambos banquillos movieron ficha. De la Fuente metió a Isco en busca de esa magia y control del malagueño. Martínez, visto lo visto, quería más rock and roll y dio entrada a un Rafael Leao que, junto a Nuno Mendes, formó una dupla de auténtica pesadilla que atropelló a Mingueza y fue un quebradero de cabeza para un Pedro Porro que entró en la prórroga.
Y es que el partido se marchó al tiempo extra. Lamine, apagado y opacado por Nuno Mendes, no apareció más allá de con algún disparo lejano y centrado. En el otro lado, CR7, héroe del empate, tuvo que ver los toros de la barrera tras retirarse maldiciendo del campo por unos problemas físicos. También fue espectador del final del duelo el propio Lamine, que fue sustituido en el tiempo extra. No estaba el joven crack, que no pudo ser decisivo como acostumbra.
Siguiendo el guion del segundo tiempo, Portugal fue mejor en la prórroga. Bien es cierto que no generó ni tuvo grandes ocasiones en la misma, pero se percibía la sensación de que, de haber algún gol, llegaría para los lusos. Y llegaría por su costado izquierdo, pues nadie podía parar a Leao y Mendes.
España aguantó, resistió y vio con buenos ojos la tanda de penaltis pese a algún ramalazo de orgullo en los últimos instantes. En la tanda, los lusos tuvieron todo de cara, pues ganaron los sorteos y comenzaron lanzando y lo harían en el fondo donde se concentraban sus aficionados. Ocho jugadores tuvieron la ocasión de lanzar. Siete convirtieron y solo uno falló. El sambenito fue para un Álvaro Morata que entró en la prórroga con la opción de ser el salvador y acabó entre lágrimas y consolado por sus compañeros siendo el chivo expiatorio.
Se acaba así el reinado de España y el sueño de un triplete de campeonatos de manera consecutiva. Un golpe que debe servir para sacar la mejor versión de un grupo joven y que debe aprender que no todo es color de rosa. No siempre se gana. Hace más de tres lustros, en una Confederaciones, lo aprendieron los Xavi, Iniesta, Villa, Casillas y compañía un año antes de ser los reyes del mundo.