Denominación de origen, sello, plan, estrategia, pizarra. Llámese como quiera, pero, para José Bordalás, se llama competir en la élite con su Getafe. En una nueva actuación medida, de cirugía, de achicar aguas, frustrar a un rival de mucha calidad y explotar la más mínima ocasión, los suyos se llevaron los tres puntos en la visita de Osasuna por la quinta jornada de Primera División. El esfuerzo pamplonica fue tan encomiable como inservible.
Los de Jagoba Arrasate, con el único asterisco en la hoja de alineaciones de no poder contar con Alejandro Catena, que vio la tarjeta roja en el partido preparón ante el Barcelona, salió al Coliseum Alfonso Pérez con un grado más de dominio. Al menos, gobernó en el primer tramo, en el que, poco a poco, iba encontrando fisuras en el hermetismo azulón, que se veía obligado a tomar cada vez más riesgos con la táctica del fuera de juego, que no siempre servía.
Como es usual, los de la capital permanecieron agazapados hasta conseguir sus oportunidades. El balón parado fue clave en este sentido. Dos de los tres goles del equipo llegaron a través de esta vía. El primero se antojó clave para acabar con la dinámica de inferioridad del grupo, que encontró, en un remate serio de Mitrovic a un saque de esquina teledirigido de Damián Suárez, la piedra de toque perfecta para que su plan empezara a encarrilar el triunfo.
Tras la diana, lo plano de la media hora inicial, con Osasuna asumiendo su papel de poseedor de la pelota y el Getafe un par de escalones abajo, dejó paso a un encuentro más entretenido. Las pausas por manotazos en disputas aéreas o patadas a la pelota que pasaban demasiado cerca de las cabezas -esto le ocurrió hasta en dos ocasiones a Iker Muñoz con Juanmi Latasa- hicieron de teloneros de unos navarros más tensos y unos madrileños empujados a aprovecharlo.
La pizarra de Arrasate también cuenta con espacios para la estrategia y las tablas llegaron replicando la apertura de la lata. Iker Muñoz, tras sus mil batallas en el centro del campo, culminó un ping-pong de pases en el área de David Soria que merece explicación. Rubén Peña acomodó, con la frente, un córner que Aimar Oroz trató de controlar con el muslo izquierdo y que, casi sin querer, depositó a la perfección en el aire para que su compañero, de volea, anotara a bocajarro el 1-1.
Como este tanto se produjo justo antes del descanso, los dos equipos afrontaron el segundo acto como si hubieran apretado el botón de 'reset', pero con las piernas más cansadas y las cartas sobre la mesa. Bordalás, consciente de ello, pidió a los suyos tomar más riesgos y el premio no tardó en llegar con un gol de Carmona que debería ubicarle en los 'highlights' de la semana en la Liga: él mismo comenzó una combinación que coronó a la perfección.
Encimado a la banda derecha, pasó la pelota entre dos rivales con el interior de la diestra para iniciar una jugada que había hecho nacer de un balón casi perdido y, mientras sus compañeros se asociaban hacia el otro lado del campo, él esprintaba hacia la caja de Sergio Herrera. Insertado entre centrales, calculó cuándo debía saltar para rematar con la testa un centro de Diego Rico y puso por delante de nuevo a su escuadra.
El guion de la primera mitad se repitió con una reacción rápida de Osasuna, pero de una forma distinta a la del 1-1. Budimir le ganó la espalda a Mitrovic, se plantó ante David Soria y, con pocos espacios, logró que el portero le trastabillara. Hay quien piensa que se dejó caer y hay quien considera que el guardameta debería haber sido más cauto. El caso es que el árbitro concedió la pena máxima y Budimir se encargó de apañarla.
Con el 2-2 en el luminoso, las posturas se desdibujaron aún más y los entrenadores movieron sus banquillos para salir ganando de la situación. El técnico local, que hizo debutar a Mason Greenwood, encontró ese toque de chispa que quizá necesita y que, probablemente, pondrá más a prueba en las próximas semanas, aunque fue en el balón parado, ese fiel aliado para abrir la lata, donde encontró la cantera de los tres puntos.
A falta de 4 minutos para el fin del tiempo reglamentario -unos 15 para el fin real-, Maksimovic entró como una exhalación a un saque de esquina para remachar, imperial, un centro de Aleñá. La jugada fue prácticamente calcada a la del 1-0. Rematador serbio, centro bien dirigido, testarazo seco y balón al fondo de las mallas. Las redes suenan bien cuando el plan de Bordalás funciona. Denominación de origen.