Bryan Gil y compañía revientan el derbi catalán en 27 minutos

27 minutos le bastaron al Girona para destrozar al Espanyol y decidir un derbi catalán donde no hubo color. Un torbellino llamado Bryan Gil abrió en canal al equipo de Manolo González, cuyo futuro está ahora más que nunca en el aire, y destapó las vergüenzas de una defensa que solo pudo mirarse inaudita, como si nadie y a la vez todos tuviesen la culpa.
Es algo tristemente sintomático de los equipos en crisis profundas. Esos que buscan respuestas, pero que no se hacen las preguntas correctas. Puede que al final, como pasa en todos lados, la marea se lleve al entrenador. Pero pocos serán los que se miren a sí mismos en busca de lo que están haciendo mal. Después del tercer y el cuarto tanto, todos se señalaban por la ausencia de marca. Y es que más allá de la brillantez individual y colectiva del Girona, el conjunto barcelonés le tendió un puente de plata hacia el gol a su rival.
Hemos hablado de los deméritos, pero vamos con los méritos. A veces, la decisión más ambiciosa no es la más correcta y eso le sigue pasando factura a Bryan Gil Salvatierra, un 'crack' que simplemente no eligió bien ni el momento ni el lugar. El chaval rebosa talento, pero el reto de Inglaterra le ha venido grande y de cesión en cesión tiene imposible asentarse. Pero de vez en cuando deja estos chispazos que dejan claro que podría ser un jugador señero de LaLiga si estuviera en las manos adecuadas. La goleada del Girona no se entiende sin él: gol y doblete de asistencias.
Solo habían transcurrido cuatro minutos cuando llegó el 1-0, aunque de juego efectivo habían sido apenas unos segundos porque Hernández Hernández tuvo que frenar el partido mientras se atendía a un espectador. Tras ello, Bryan Gil recogió una pelota en tres cuartos, condujo hasta la frontal y tras acomodarse el esférico a su izquierda se sacó un zurdazo cruzado hacia la base del poste de Joan García.
Ni hay que decir que el golpe le sentó fatal al Espanyol. El equipo de Míchel siguió con su monólogo pidiendo un penalti por empujón, una buena acción de Asprilla que despejó Omar El Hilali y entonces, en el minuto 16, llegó el segundo. De nuevo el extremo de L'Hospitalet apareció para recoger un intento de despeje de Leandro Cabrera y poner el esférico al segundo palo para que remachara a placer Bojan Miovski.
En el tercero, mismos nombres involucrados con la aparición de Miguel Gutiérrez. El carrilero se tiró una pared con Bryan Gil y colgó un centro desde la línea de fondo al que no fue nadie más que Miovski. Joan García salió a por uvas, Cabrera y Carlos Romero se desentendieron y el macedonio se sirvió el doblete más fácil de su vida. Y para acabar la faena se cumplió una máxima del fútbol: más de un toque a balón parado del rival en el área es igual a gol. Córner desde la derecha, peina Van de Beek y Krejci mete la bota en el segundo palo. Era el minuto 27.
Como se podía prever, con el cuarto tanto decayó el ritmo del partido y esto le permitió al Espanyol salir por primera vez de la cueva. El conjunto 'perico' pudo tener al fin la pelota, plantarse en el campo de su rival e intentarlo con un remate de Bauzà y alguna jugada de pundonor de Carlos Romero o Kral. Era también el curso natural del encuentro, y está claro que Míchel apretó a su equipo al descanso para que no se terminara dejando ir. Su ímpetu en el arranque del segundo tiempo lo demuestra.
Los 'blanc-i-vermells' rozaron varias veces la 'manita'. El Espanyol también cambió de actitud, pasando de la línea baja a apretar arriba, pero sin la organización suficiente. Los de Manolo González se partieron intentando frenar la salida del balón del Girona, pero el equipo de Míchel funcionó como un reloj y se encontró con una autopista entre bloque y bloque 'perico', de modo que Van de Beek y Miovski se acercaron al quinto en dos acciones elaboradas. También un Yaser Asprilla muy animado que probó varios zapatazos desde la frontal.
Cuando más animado se veía al Girona en busca del quinto, los blanquiazules respondieron con el 4-1 en una jugada aislada de Javi Puado. Golazo, todo hay que decirlo. Se acomodó el esférico en el pico del área y se sacó un derechazo por bajo al palo largo. Fue lo más reseñable de todo lo que quedaba en esos segundos 45 minutos donde el partido entró otra vez en barrena, la cadencia fue cada vez más lenta y el Espanyol recuperó por momentos la posesión en busca de un 4-2 que nunca llegó.
De hecho, pese a los cambios, solo hubo dos minutos de añadido que apenas se cumplieron desembocaron en el final. La goleada deja al Espanyol penúltimo, a dos puntos de la permanencia tras la surrealista derrota de Las Palmas 'in extremis', y pone al Girona en puestos europeos después de tres victorias consecutivas. Veremos las consecuencias que trae en suelo 'perico' este derbi catalán.