¿Es posible que el Girona, después de la derrota que ha dejado prácticamente rotas sus opciones de sobrevivir en la Champions League, haya crecido sideralmente a pesar de su caída? En la 6ª jornada de la fase de Liga en la Champions League, el Liverpool lo derrotó por la mínima en un partido en el que ofreció una imagen notable, compitió de tú a tú con el equipo más en forma del planeta fútbol y vio avanzar a personalidades clave para su asentamiento en la élite del deporte rey.
La victoria de los ingleses se produjo por un gol de penalti de Mohamed Salah en el ecuador de la segunda parte. Luis Díaz estaba a punto de rematar, de volea, un balón que acababa de botar en el área de Paulo Gazzaniga cuando Donny van de Beek, sin querer, le pisó el talón del pie izquierdo tan levemente que, sin torpedearle, le quitó la bota. El colombiano, al apoyarse en esta pierna para remachar, se resbaló.
El árbitro, en primera instancia, no concedió pena máxima, pero sus compañeros del VAR le emplazaron a que visitara el monitor. Antes, explicó a los capitanes que era consciente de que el neerlandés había obrado sin mala fe. Una vez delante de la pantalla, reparó en que haber pisado el césped descalzo es lo que propició que el extremo de Arne Slot no gozara de una ocasión clara, así que señaló el punto fatídico sin amonestar siquiera al infractor.
El tanto zancadilleó la actuación de un Girona que tan solo había ofrecido al público lo que los pronósticos adelantaban en los primeros compases. El inicio se desarrolló con una sensación de dominio claro del Liverpool, que gestionaba la posesión e iba picando en la caja contraria para generar oportunidades. Su carrusel en este tramo sugería que el encuentro iba a ser de gobierno absoluto por su parte. Nada más lejos de la realidad.
Apoyado en un Gazzaniga segurísimo, Míchel vio cómo los suyos iban dando forma a la idea que había bosquejado en la pizarra. Dispuso a Arnaut Danjuma como titular, le alineó junto a Yáser Asprilla para rodear a Ryan Gravenberch, la principal vía de salida de la expedición de Anfield, entregó a Miguel Gutiérrez tanta libertad posicional como de costumbre y hasta se atrevió a dejar que Daley Blind y Alejandro Francés se internaran en territorio hostil.
El ex del Zaragoza, eso sí, se centró bastante más que su compañero en labores defensivas y firmó una actuación notable. Le ganó varias partidas a un Luis Díaz que terminó harto de él en una situación parecida a la de Gravenberch. Ambos se quedaban siempre con las ganas de avanzar frente a unos albirrojos que, en principio, no deberían haber sido tan ásperos para con sus aspiraciones, lo que les generaba tensión y prisas.
El Girona, en cambio, se iba creciendo ante la evidencia de que estaba compitiéndole de tú a tú a la referencia de Inglaterra y de Europa. Sus arreones ofensivos se basaron en la inventiva de Asprilla, inspirado y con ganas de marcar la diferencia, y Danjuma, que pecó de lo mismo de lo que su estilo de juego bebe. Si bien procuró trabajo a Alisson, le faltó definición y, en algunos escapes, pudo haberse asociado en lugar de disparar él.
Sin balón, los catalanes, en el primer acto, tan solo empezaban a presionar cuando el Liverpool alcanzaba los tres cuartos de campo. Esto obligó a Virgil van Dijk a hacer de jefe de operaciones en la retaguardia. Se le vio dar pases mientras gritaba instrucciones al resto de la guardia de Alisson. En la segunda mitad, los anfitriones retrasaron su línea de actuación a la frontal, lo que acabó siendo fatal para su candidatura a la victoria porque esta congestión es lo que propició el pisotón de Van de Beek a Luis Díaz.
En cierto sentido, es justo e injusto a la vez que la derrota de los españoles se diera por un fallo de cálculo tan leve que quizá ni se deba tratar como error. Su trabajo defensivo fue loable con momentos de brillo para varios jugadores como Oriol Romeu, que rebañó balones en las inmediaciones de la media luna; Ladislav Krejci, que cortó varios envíos hacia el área, o Juanpe, que se encargó de las labores de achique más aéreas con la cabeza -aparte del antes analizado Francés-.
Las buenas sensaciones ayudarán al proyecto de Montilivi a crecer con la idea de asentarse en la élite, pero, en el corto plazo, la realidad es que su supervivencia en la Champions League es muy complicada. No depende de sí mismo y, aunque le fueran favorables los resultados ajenos, tendría que ganar los dos compromisos que le quedan. Son ante el Milan y el Arsenal. La tropa de Merseyside, en contraste, abrocha el pleno momentáneo: 6 de 6.