Flores a Quique Sánchez en su estreno. El Sevilla dio el pistoletazo de salida a la nueva era en su banquillo con una victoria convincente y contundente ante el Granada en el Nuevo Los Cármenes. Si bien el rival, instalado en la penúltima posición de la clasificación, era el ideal, también lo fue la actuación de la expedición hispalense, que tan solo sufrió en algún tramo de la primera mitad. Lo demás, cuesta abajo.
Los de Alexander Medina encontraron la única manera de hacer daño a los de la capital de Andalucía con la presión alta. La aplicaron en los compases iniciales, cuando se pudieron ver algunas pérdidas de balón propicias para ellos. La dinámica no tardó en disiparse porque a la zaga se le acumulaba el trabajo. Un Lucas Ocampos inspirado, un Suso con ganas de conectar con el argentino y un Adrià Pedrosa insistente iban deshilachando la línea de atrás local.
De hecho, atendiendo a las internadas por las bandas, los de casa se vieron con unas urgencias que les empujaron a cometer faltas, quizá demasiadas con apaches como Sergio Ramos al remate. El camero anotó de cabeza el 0-3 en la que fue su primera diana en Liga desde que volvió al Sánchez-Pizjuán, la número 75 que celebra en Primera División y, para mayor gusto, el adorno perfecto para el día en que, junto a Jesús Navas, acumulaba 1.000 citas en el campeonato doméstico.
Al ex del Real Madrid se le lleva viendo, durante toda su carrera, disfrazarse de delantero centro cuando está con ganas de ver puerta, más si su equipo cuenta con alguna ventaja en el marcador. Era cuestión de tiempo que satisficiera su hambre en Granada, donde Raúl Torrente no pudo aplacarle en el marcaje individual y vio cómo, ante un envío kilométrico de Suso, giraba el cuello con brusquedad calculada para que la pelota sobrevolara la posición de André Ferreira.
Para entonces, el Sevilla ya dominaba con calma un partido que se le había puesto de cara por su trabajo en la primera mitad. Adrià Pedrosa abrió la lata a los 23 minutos con un zapatazo desde el perfil izquierdo de la meta del Darro -desde el punto de vista de los de Quique- que rebotó en Ricard Sánchez y que pareció rozar En-Nesyri con la testa. La realización del evento le entregó al marroquí el honor, pero LaLiga, en sus registros, ha anotado el punto al español.
Poco después, Lucas Ocampos dobló la renta con un misil desde tres cuartos de campo que aparecerá en las recopilaciones de mejores tantos de la temporada. Después de un robo de balón cerca de la media luna, se vio ante un panorama salpicado de defensas y con el desmarque de un compañero. No le convenció, así que optó por un derechazo bien cargado aprovechando que no tenía rivales demasiado cerca y el cuero terminó entrando por la escuadra con el efecto justo.
Si los nazaríes ya se habían presentado tímidos hasta este punto, más desde entonces. Tan solo animó la papeleta Bryan Zaragoza ya en la segunda mitad, cuando coló la pelota entre los centrales para que Uzuni, uno de los revulsivos de Alexander Medina, cediera la posesión a Antonio Puertas al otro lado del área. El marcador estaba en 0-2 y el capitán la tuvo clara para despertar a los suyos, pero Dmitrovic se arrimó, se agigantó, alargó la pierna derecha y solventó la situación.
El portador del brazalete también apareció en la otra ocasión más clara del Granada, que se dio al borde del descanso. Caracoleó en la línea de fondo para marear a un Sergio Ramos que, dejando aparte este desbarajuste, estuvo omnipresente y cuajó una actuación de sobresaliente, y tardó demasiado en darse cuenta de que la mejor solución no era proponer un tiro de poco ángulo que impactó en un defensa, sino entenderse con algún compañero. Cuando la bola ya estaba fuera, pidió perdón juntando las palmas de las manos arriba. Prácticamente al momento, eso sí, Adrià Pedrosa respondió con un tiro al palo.
Las sensaciones en el debut de Quique Sánchez son difícilmente mejorables. Era necesaria una victoria para acabar con el amargor del periodo de Diego Alonso y para afrontar la cita adeudada con el Atlético de Madrid con más entereza. El logro invita a un toque de euforia que tampoco se debe encaminar con excesiva intensidad porque, al fin y al cabo, el Granada no es de los más poderosos de esta Liga, pero también es cierto que a los hispalenses les hacía falta esto. Deben disfrutarlo y hacer de ello su impulso.