Un mal comienzo siempre augura un mal final, aunque esta norma no escrita no siempre se cumple. El Barcelona dio buena cuenta de ello, firmando un partido muy pobre ante Las Palmas, pero consiguiendo la victoria en el último suspiro gracias a un gol de penalti (1-2). Malas sensaciones que son menos con el buen resultado, aunque Xavi no estará para nada contento con su equipo.
El Barça salió con ganas en los primeros compases del encuentro, pero en frente tuvo a un conjunto grancanario que jugó sin complejos. No renunció a su idea de salir con la pelota jugada desde atrás y, además, obró una gran defensa que acabó frustrando a su rival. Pero vayamos por partes.
El primer golpe para los azulgranas llegó en forma de lesión, cuando Joao Cancelo tuvo que abandonar el terreno de juego en el minuto 11 tras un golpe en su rodilla izquierda. Sin más dilación, Las Palmas aprovechó y en la jugada posterior inauguró el marcador.
Tras una fantástica triangulación, Sandro puso un pase medido a la altura del punto de penalti y Munir, que llegó libre de marca, se aprovechó de la dubitativa salida de Iñaki Peña y empujó la pelota al fondo de la red para que el 1-0 subiera al electrónico. Las imágenes demostraron que, pese a las dudas, el marroquí estaba en posición reglamentaria.
Quiso más el conjunto dirigido por García Pimienta. Sacó partido de las innumerables pérdidas de balón del Barcelona, sobre todo, en el centro del campo, y armó rápidos contragolpes, buscando la espalda de la defensa. Así, Sandro la tuvo por partida doble. La primera fue repelida por el meta visitante, mientras que en la segunda fue la madera la que privó al ex azulgrana del gol.
No encontró soluciones un Barcelona que estaba demasiado perdido sobre el campo. Tan solo Sergi Roberto se mostró enchufado, con constantes subidas y pisando el área contraria. Sin embargo, las ocasiones de los 'culés' brillaron por su ausencia. Caras largas y de desesperación en el rostro de Xavi, que sabía lo que se le venía encima con nuevas críticas si no era capaz de darle la vuelta al marcador en la segunda parte.
Comenzó algo más fresco el Barça los segundos 45 minutos. Sin embargo, Las Palmas no renunció y siguió buscando la portería contraria sin cesar. No obstante, la primera, y la mejor para los 'culés', llegó en el minuto 51 en las botas de Raphinha, pero el brasileño se llenó de balón, no vio el desmarque de Lewandowski y la mandó a las nubes.
No perdonaría la siguiente el cuadro azulgrana, logrando el empate en el minuto 56. Eso sí, de la manera menos previsible y más afortunada del mundo. Un mal despeje de la defensa amarilla acabó con la pelota golpeando en la cabeza de Lewandowski y, posteriormente, esta se quedó muerta y Sergi Roberto filtró para Ferran, que no falló ante Valles y colocó el empate.
Le sentó muy bien este gol al Barça, que comenzó a ser protagonista, esta vez sí, y a encerrar a Las Palmas en su propia área. Su principal arma ofensiva fueron los centros por ambas bandas, mientras que el conjunto local achicaba balones como podía. Se olvidaron los de García Pimienta de la portería contraria y se centraron en ejercer una buena defensa para, al menos, seguir manteniendo el empate.
Ilusión de un nuevo comienzo; alegría por el final
Vitor Roque, una de las grandes esperanzas del futuro para el Barcelona, se preparó para entrar al campo en lo que iba a ser su debut oficial con la elástica azulgrana. Pero antes, Las Palmas le metió el miedo en el cuerpo a su rival con una nueva ocasión. Mika Mármol le ganó en el salto a Araujo, pero su remate de cabeza se perdió a la derecha de la portería de Iñaki Peña.
Entró 'Tigrinho', junto a Joao Félix, y ambos fueron de lo más destacado en los últimos minutos del choque. El brasileño demostró su explosividad en cada arrancada para buscar el balón al espacio, mientras que el luso no dejó de desbordar por banda y siguió tirando centros peligrosos al área. Pudo redondear su debut con el gol en el 97', pero totalmente solo ante Valles, el '19' le pegó mordido a la pelota y esta se marchó fuera.
El partido entró en su recta final, pero el Barcelona no estaba dispuesto a rendirse. Y no se rindió. Achicó agua como pudo el conjunto local, pero cuando menos lo esperó, todo el trabajo conseguido se acabó cayendo por la borda.
En el minuto 91 y tras un centro al segundo palo, Gündogan cayó en el área fruto del mínimo contacto de Sinkgraven. Para González Fuertes no hubo ninguna duda: penalti. Además, el colegiado mostró al neerlandés la roja directa cuando apenas llevaba unos minutos sobre el césped. Castigo letal.
El alemán no perdonó y transformó una pena casi asegurada, en una alegría máxima en el minuto 93 de partido, lo que hizo que su equipo se volviese a salvar 'in extremis' tras un partido que dejó mucho que desear, que pudo perder, pero que acabó llevándose los tres puntos de manera milagrosa. A veces, los ricos también pasan penurias como los pobres.