Una descarga letal

El camino de Las Palmas en Primera está llegando lentamente a su final. El conjunto amarillo, que no tenia margen de error ante el Rayo Vallecano, mantuvo sus miedos de toda la temporada y se llevó una descarga letal de un equipo que pinta muy bien y que va a vivir tres jornadas finales repletas de ilusión.
Un equipo, el de Íñigo Pérez, que aprovechó el olfato de Álvaro García para alimentar todavía más si cabe ese sueño por jugar en Europa la próxima temporada. Y justo tenía que ser encima en el Día de Europa. Ni que pintado. Los 'franjirrojos' dieron una lección a los insulares, que lo tienen realmente crudo para permanecer en la categoría. Solo se puede salvar de la quema a Moleiro, el rostro del abatimiento porque hizo lo indecible por ayudar a su club a intentar ganar. Una cita en la que no estuvo Fábio Silva, el faro de unos 'pío-pío' que tienen una fuerte dependencia del luso.
Las Palmas parecía que realmente no se estaba jugando la vida en la categoría. No había esa necesidad imperiosa por salir a sumar de tres y el Rayo aprovechó esa pasividad para tener la pelota y generar peligro sobre el área rival. El encuentro estaba teniendo cierta similitud al del Valencia, aunque la diferencia está en que los de Diego Martínez consiguieron igualar las cosas pasados unos minutos.
Tras un aviso de Álvaro García y otro de Unai López, los amarillos empezaron a dejarse ver por campo contrario. Eso sí, a cuentagotas. Essugo lo probó desde la frontal con un tiro muy potente que fue el preludio de la oportunidad más clara de la primera mitad. Una buena jugada combinativa de los insulares y un remate de McBurnie tras tirarle un recorte a su marcador. Buena respuesta de Batalla.
El escocés no se quedó de brazos cruzados y volvió a buscar portería ya con el descanso en el horizonte. En dicha ocasión, el delantero fue amonestado por un piscinazo. Una acción que prácticamente terminó por despedir un primer tiempo sin goles y con todo por decidir para el segundo.
Tras la reanudación, los dos equipos se dejaron de miedos y de ser muy conservadores. Ambos pasaron directamente al ataque en una clara señal de que no querían el empate bajo ningún concepto. Uno porque pretendía afianzarse en esos puestos europeos y otro porque tenía prácticamente la soga en el cuello.
Hubo un intercambio de golpes, con Isi Palazón, McBurnie y Álvaro García protagonizando varias oportunidades. Ninguna fue para dentro. Los entrenadores movieron ficha para aprovechar ese tramo alocado y a Íñigo Pérez se le iluminó la bombilla. El preparador visitante metió a un Pedro Díaz que cambió por completo el partido.
En cuestión de 3 minutos, el asturiano puso un balón milimétrico a Isi Palazón y el murciano se inventó un recorte ante Mika Mármol para fusilar a Horkas. Estirada del croata para salvar los muebles. Acto seguido, el futbolista 'franjirrojo' volvió a sus quehaceres en la creación e inició la jugada del 0-1. Una combinación con Isi y el murciano filtró un pase para Álvaro García. El utrerano aprovechó un rebote a su primer disparo y resolvió de forma inmejorable ante el guardameta.
A Las Palmas no le tocaba otra que tocar la corneta para intentar algo épico. Movimientos por doquier en el banquillo sin ningún resultado. Moleiro lideró las tropas insulares y el tinerfeño no pudo hacer nada solo. El '10' se echó el equipo a la espalda y no encontró apoyos. De hecho, McBurnie recibió un caramelo de su compañero y el escocés desperdició una ocasión en boca de gol. Lo que está echando de menos la UD a Fábio Silva, su máximo artillero. 11º encuentro sin ganar cuando no está el luso. La vida amarilla en Primera se agota, mientras que el Rayo, que a estas alturas es el mejor de la historia, fantasea con viajar por el Viejo Continente.