Ganar para llorar

Una lección que se aprende en la vida es que a veces, con darlo todo no es suficiente. Pueden faltar mil factores más: suerte, aptitud, males ajenos... Y al Leganés, esta vez, no le bastó. Tiene el consuelo de la actitud, porque la puso. Y el trabajo. Pero acabó descendiendo a Segunda División solo un año después de su regreso a la élite.
Como en 2020, el 'Lega' ganó para acabar llorando. Aquel equipo de Javier Aguirre hizo una remontada sensacional, sumó 11 de los últimos 15 puntos y se terminó marchando al pozo con muchísima frustración. Ahora, el conjunto de Borja Jiménez regresa a la categoría de plata aplaudido por su gente, sumido en un mar de lágrimas. Consciente de que lo tuvo en la mano y que hasta por momentos lo mereció. Pero el Espanyol entregó el examen en el último minuto y se llevó la plaza.
El Leganés cumplió con su parte del trato a costa de un Real Valladolid que era un alma en pena. La única noticia buena de la semana, la venta del club por parte de Ronaldo Nazário. En el campo, la consecuencia de estos años de nefasta gestión. Un 3-0 que certifica al conjunto pucelano como protagonista de la peor segunda vuelta en la historia de Primera División, y también con el equipo con más derrotas, superando a aquel Sporting de los años 90.
Poco bueno que señalar de un equipo que andaba de despedida. El conjunto 'pepinero' se lo merendó a base de garra e ímpetu, consciente de que la permanencia solo pasaba por ganar. Después, que fuera lo que Dios quisiera. Lo primero eran tres puntos que llegaron con tres goles como tres soles que llevaron la euforia momentánea a Butarque.
Momentánea porque después de cada gol había una miradita furtiva al móvil o se volvía a poner uno el auricular para saber cómo iba el Espanyol. La tensión fue absoluta. Pero sobre el césped quedaba la sensación de haber hecho las cosas bien. El Leganés ha sufrido todo el año, pero nunca le ha perdido la cara a la competición. Buena parte de sus derrotas fueron por la mínima. Y por eso se merecía llegar hasta el último día con vida, como homenaje a un humilde al que le faltaron los recursos y a veces la suerte, pero pudo decir "hasta pronto" con las botas puestas.
Mordió desde el arranque el Leganés, que a los 24 minutos se puso por delante con un golazo de Javi Hernández. El lateral, que había estado haciendo daño subiendo por posiciones interiores, se asomó a la frontal del área y definió con un cañonazo de izquierdas imposible para Karl Hein. Era el primero de los tres que llegaron en una primera parte fulgurante del 'Lega'.
Seydouba Cissé llegó a hacer el segundo a la media hora, aunque fue anulado por fuera de juego previo de Munir. Pero poco después, Yan Diomande apareció por zona central para partir a Alani, Aidoo y Candela con tres recortes y definir cruzado. Solo cuatro minutos después, el marfileño se la volvió a liar al lateral italiano, puso un centro a media altura que Hein se tragó y Juan Cruz definió el 3-0 a puerta vacía.
Al descanso, el Club Deportivo Leganés estaba salvado. El Espanyol no podía con Las Palmas. En Butarque, la segunda parte sobraba por completo porque el pescado ya estaba vendido. Y la tensión de la grada explotaba en un silencio absoluto con el penalti en Cornellá y el 1-0 del conjunto 'perico'. Pasaban los minutos esperando que llegara el milagro, pero lo que caía era otra pesadísima losa con el 2-0.
Terminó la historia con toda una plantilla derrotada, clavando su mirada aguada en un público que combinó los pitos con el cariño. ¿Qué faltó? Actitud seguro que no. Lo que sí, lo tendrá que valorar internamente el club. Se abre un periodo de reflexión en Butarque con un único pensamiento en la cabeza: regresar cuanto antes a Primera División.