Acabar un partido cansado es lo más normal entre los jugadores que disputan el choque. Que también lo estén los aficionados en el estadio, los teleespectadores y el resto de trabajadores es menos común. Pero así fue en el duelo más importante de la temporada en la Premier League, en un último Klopp-Guardiola que no defraudó a nadie y en el que el Manchester City salió vivo de Anfield.
Se acabaron los Klopp-Guardiola en Premier. Sí, después de 30 enfrentamientos entre Alemania e Inglaterra, el duelo entre 2 de los entrenadores más influyentes del siglo XXI acabó en un empate que satisface al Arsenal, a un Arteta que sonríe desde el sofá de su casa al ver cómo ninguno era capaz de vencer y cómo recupera la primera plaza.
Los aficionados del Liverpool se marcharán orgullosos del papel de su equipo, de sus jóvenes, pero también enfadados con Michael Oliver. Un posible penalti de Doku a Mac Allister en la última acción del partido pudo decantar la balanza a favor de los 'reds', pero ni el colegiado ni el VAR estipularon que el espectáculo visto en Anfield Road debía acabarse en los 11 metros.
Un partido a la altura de los más grandes
El Liverpool y el Manchester City ofrecieron un espectáculo digno del nivel actual de los clubes. Los de Guardiola comenzaron a mandar sobre el verde de Anfield, consciente de que iban a perder con los cambios y los 'reds' iban a ganar con la presencia de Salah en los últimos minutos.
Como si se hubiesen repartido un guión de cine, el Manchester City dominó durante los primeros 10 minutos, especialmente buscando la espalda de Joe Gómez con Foden y con De Bruyne. El campo giró hacia la portería de Ederson en los siguientes 10 minutos, con un Darwin Núñez viviendo constantemente en el fuera de juego y con un Luis Díaz muy errático de cara a puerta.
No hubo parón alguno en un partido que viajaba de área a área. Y en una de esas llegó el primer gol del partido. Kevin de Bruyne sacó su varita de paseo para inventarse una asistencia, de córner, para que Stones pusiese el 0-1. Jugada de pizarra del equipo de Guardiola para hacer callar, al menos por un minuto, a Anfield.
Eso no iba a hacer rendise a un Liverpool dispuesto a recuperar la primera posición que le había robado el Arsenal. Justo antes de la primera mitad forzó una amarilla que pudo ayudar a una segunda parte sin frenesí, una amarilla que recibió Rodri y que le impidió meter la pierna en otras acciones.
Todo ello en una primera mitad en la que Van Dijk demostró que es el mejor central del mundo si está sano. Ató a un Haaland desaparecido en combate. Nunca el noruego se había hecho tan pequeño en un campo de fútbol como en Anfield.
La revolución de los suplentes
Nadie esperaba que el partido cambiase totalmente prácticamente en el primer minuto de la segunda mitad. Aké, en un error impropio de los niveles a los que se juegan los partidos, cedió demasiado corto para un Ederson que arrolló a Darwin Núñez en el área.
El resultado no pudo ser más nefasto para Guardiola. Ederson, lesionado, no pudo continuar minutos después de no atajar el penalti lanzado por Mac Allister. El Liverpool había empatado, tenía el viento a favor y el City no contaba con su portero titular.
Ello no empequeñeció a un Stefan Ortega ya acostumbrado a jugar. Si en el lado 'sky blue' salvaba el portero suplente la papeleta de jugar en Anfield, en el lado 'red' era Kelleher el que evitaba las acometidas de un Manchester City que fue a menos.
La entrada de Salah, pasada la hora de partido, revolucionó aún más un partido frenético. De sus botas nacieron las mejores ocasiones de un Luis Díaz negado al gol y metieron el miedo en el cuerpo del Manchester City. Quiso armarse Guardiola en el centro del campo y, para sorpresa de todos, quitó a un De Bruyne tan importante que el cuadro 'sky blue' desapareció desde entonces.
Se convirtió el partido en un monólogo que, pese a todo, pudo decantarse por cualquiera de los 2 bandos. Darwin Núñez, Salah, Luis Díaz, Gakpo o Mac Allister tuvieron las opciones 'reds'. Doku y Foden, las 'sky blues'. Pero finalmente, y gracias al beneplácito de Michael Oliver, con petición de penalti incluida en la última jugada, Klopp y Guardiola se repartieron los puntos en el duelo más emocionante entre entrenadores de la Premier League.