Año nuevo, vida nueva... y estadio nuevo. El Real Mallorca organizó una fiesta sin precedentes con motivo de la inauguración de Son Moix. 21.130 almas fueron testigos del renacimiento del templo balear. Sin embargo, el Real Celta frustró el rumbo de la clasificación con el empate final. Un reparto de puntos que lo celebró más el bando visitante que el local. Por motivos más que evidentes.
Con razón de la 20ª jornada en Primera División, Cyle Larin consiguió igualar fuerzas en el luminoso al filo del descanso. El conjunto de Rafa Benítez se rindió a su líder indiscutible para sepulcrar los primeros pasos en el tiempo del tan remodelado escenario. El que se ha convertido en de los recintos más llamativos del fútbol español. Un 'must' que explorar en algún momento de vuestras vidas.
Un ángel entre demonios
En esa tierra de demonios, surgió el vuelo del ángel. Del de siempre. Iago Aspas. Manu Sánchez robó el cuero en territorio enemigo y Jorgen Strand Larsen asistió al '10'. El mago de Moaña solo tuvo que calibrar su bota izquierda y clavar el esférico en la escuadra. En el lugar inalcanzable para Predrag Rajkovic. 0-1 y silencio ruidoso porque quedaba mucho por ver. El reloj apenas contó 10 minutos en ese preciso instante.
Conforme pasó el tiempo, la dinámica del encuentro se asentó con toda regla. Los de Rafa Benítez crecieron desde la solidez defensiva, mientras que los de Javier Aguirre orientaron el peso de la balanza sobre la cazuela del rival. Especialmente, desde las pautas de Antonio Sánchez. Fue el agitador en la creación rojilla hasta que Cyle Larin se llevó la responsabilidad ofensiva a sus espaldas.
A la 3ª... la vencida
Los refranes están en el día a día. Y no iba a ser menos en el renacimiento de Son Moix. Los remordimientos del '17' marcaron su 1ª vuelta ante la falta de acierto. Fue inaugurar la 2ª vuelta y señalar el camino hacia el empate. Porque a la 3ª fue la vencida. En 1ª instancia, un cabezazo tímido acabó en los dominios de Vicente Guaita. Y en la 2ª perdonó el regalo de Toni Lato desde línea de fondo.
Manu Morlanes levantó la mira telescópica y colocó el balón en el espacio de Gio González. El central con alma de extremo habilitó a Cyle Larin. El canadiense le ganó la psicológica en la marca a Jailson Marques y remató a la red. 1-1, protagonistas como Leo Franco o Aritz Aduriz en las gradas y toda la 2ª mitad por delante. Dada la inercia de la 1ª, las tablas reflejaron la justicia del electrónico.
Guaita, Guaita...
Vicente Guaita. El hombre de la capa de superhéroe y los guantes de oro. El que amargó los pasos del adversario y apagó la música. Esos que evitaron la victoria del Real Mallorca. Fue el bando del 'Vasco' Aguirre el que demostró más argumentos para sumar los 3 puntos. Y dada la situación en la clasificación, vencer esta guerra significaban 6 unidades simbólicas. El protagonista que construyó el muro de ladrillos verdes.
El delantero canadiense quedó habilitado en un mano a mano clamoroso ante el '25'. La pared bajo palos improvisó una fabulosa estirada que frenó el 2-1 local. Además, el '17' corrió al espacio para hundir la figura de Unai Núñez. No obstante, el zaguero consiguió molestar lo suficiente como para obligarle la trayectoria del golpeo hacia el primer palo. Y ahí estuvo su arquero. Imperial.
Al filo del milagro
En los instantes finales, una falta de José Copete dejó a su rival al filo del milagro. O más bien, a Renato Tapia. El '5' no se lo pensó 2 veces e intentó lo que parecía imposible. La rosca por fuera de la barrera no fue la suficiente para superar la estatua de Predraj Rajkovic. Ya en el tiempo de añadido, ambos planteamientos se quedaron en la nada de la épica y pactaron el 1-1 definitivo.
El Real Mallorca vivió la fiesta frustrada en el renacimiento del ahora espectacular Son Moix. Dio la sensación de que Cyle Larin quiere comerse el mundo en la 2ª vuelta del campeonato. Mientras tanto, el Real Celta sigue en buena dinámica y rendido a la figura de Iago Aspas. La batalla por la permanencia está servida, pero ahora toca centrarse en la Copa del Rey.