La Copa tiene algo especial. Da igual cómo vayas en la temporada. Da igual que tu rival sea la gran sorpresa del curso. Ganar en la Copa tiene un sabor añejo, único. Y lo sabe bien un Mallorca que ya está en semifinales.
Media hora le bastó al cuadro bermellón para estar en la penúltima ronda. Media hora que no aprovechó el Girona cuando se quedó con un hombre más. Y es que los de Míchel han dicho adiós a la Copa para centrarse en la Liga.
La fiesta de Son Moix
Nadie, absolutamente nadie, esperaba que en el minuto 35 el partido fuese 3-0 para el Mallorca. Menos aún cuando enfrente estaba un Girona que ha maravillado en esta temporada 2023-24... menos precisamente en la Copa. En el torneo del 'k.o', con las rotaciones, el cuadro catalán había bajado sus prestaciones, y por ello optó Míchel en poner un once de suplentes y titulares para no notar el bajón.
Dio igual. Son Moix se convirtió en una fiesta con la exhibición de su equipo. Primero con Larin, en una jugada que pilló adelantada a la defensa del Girona y en el que Dani Rodríguez regaló el tanto al delantero canadiense.
Pero si hay un jugador querido en la hinchada mallorquinista ese es Abdón Prats. El héroe del ascenso a Primera se marchó del partido con un doblete. Primero, con uno de esos goles que solo ven los genios incomprendidos desde la frontal sin mirar a la portería. El segundo, en un penalti que forzó Larin pasada la media hora para firmar lo que se esperaba que fuese la sentencia.
Raíllo reaviva el partido
El Mallorca, con el 3-0, tenía controlado el partido pese a que el Girona le estaba encerrando en su área. Era el plan de Aguirre, estar atrás y salir a la contra. Pero todo cambió en un penalti de Raíllo a Stuani, pasada la hora de partido, que acabó además en la expulsión del central mallorquinista. Las pulsaciones se le elevaron por encima de lo debido y protestó de tal forma que se ganó la segunda amarilla y el mantener vivo el choque.
Con un hombre más y espoleado tras el gol de penalti de Stuani, el Girona metió todo lo que podía meter para buscar la gran remontada de esta Copa. Pero este Girona no parece el de Liga y se estrelló con un muro alto, fuerte e infranqueable que tuvo en Greif a su guardián más avispado. Gran partido del cancerbero, que frenó todas las acometidas por alto que propusieron los gerundenses.
A punto estuvo el Mallorca de sentenciar y por poco no lo pagó caro. Muriqi, boya como si fuese waterpolo y no fútbol, fue un islote en el océano de Son Moix. Savinho, en el tiempo añadido, dio la emoción que le faltaba a un encuentro en el que el cuadro balear acabó pidiendo la hora y terminó por ganar para meterse, 15 años después, en unas semifinales de la Copa del Rey.