Regalo anticipado de Navidad

Es época de Navidad, abrigos, mucho frío... y regalos, muchos regalos. Eso fue lo que hizo el Girona al Mallorca, regalarle los tres puntos en un partido que, con el guion normal, hubiesen caído para el otro lado.
Está sumido el conjunto catalán en una crisis de identidad. El juego desplegado el año pasado no es capaz de realizarlo en este. Es cierto que no tiene los mismos mimbres, pero sí que mantiene el esqueleto que maravilló a toda Europa.
Se encontró enfrente a un Mallorca al que nadie esperaba invitar a la fiesta de Europa. Pero se ha ganado por méritos propios el conjunto de Jagoba Arrasate estar entre los mejores. Y el doblete de Larin, que tendrá que multiplicarse en la última jornada del año, sin un Muriqi que fue expulsado a instancias del VAR.
Porque el Mallorca ganó a un rival complicado y lo hizo con un hombre menos. Muriqi fue expulsado después de pisar, de manera involuntaria, el tobillo de Bryan Gil. Al contrario de lo que suele ocurrir, ahí naufragaron las opciones de un Girona que con un hombre más no supo cómo atacar.
En ese momento, el Mallorca y el Girona ya empataban a uno. El cuadro de Míchel se adelantó por medio de Van de Beek cuando algunos aficionados aún no se habían sentado en la grada. El neerlandés está subiendo su nivel y empieza a recordar al que maravilló en el Ajax.
Pero este Mallorca tiene un libreto muy claro. Al pie de las instrucciones de Arrasate, a través del robo y la velocidad, se encontró con el empate. La jugada nació y murió en los pies de Larin, estrella por un día en Son Moix. El canadiense, a la contra, combió con Muriqi, antes de su expulsión, para poner el empate en el marcador y hacer crecer los nervios en la hinchada gerundense.
La roja de Muriqi parecía poner de cara el partido al Girona, pero el plan de abrir el campo y poner infinitud de centros laterales que no llegaban a ningún lado no tuvo su recompensa. Se vio quizás al Girona más plano de la temporada, sin ideas de qué hacer ante la enloquecida defensa de un Mallorca que celebraba cada saque de banda.
Y en una de esas, llegó el premio a la insistencia del Mallorca. Una mala cesión de Juanpe a Gazzaniga hizo que a Larin le diese tiempo a llegar y a adivinar las intenciones del portero argentino, que quiso despejar y se encontró con el tanto de la victoria.
Desde ese momento y hasta el final, el Mallorca se replegó como si fuese la misma final de la Copa del Rey y el Girona, con un equipo ultraofensivo, se estrelló una y otra vez hasta dar la sensación de no tener peligro en sus piernas.