Uno ganó porque sentía la necesidad de que se jugaba mucho más y el otro perdió porque le pudo la relajación en la que se ha visto atrapado desde hace semanas. El Mallorca, con 32 puntos, empezaba la cita a seis puntos del descenso frente a Las Palmas que, con 37, comenzaba a 11 del Cádiz a falta de 12 por disputar. Es decir, virtualmente salvado. Una calma que, una vez más, ha podido afectar en el equipo de García Pimienta, que llega ya a ocho derrotas consecutivas. No gana en Liga desde el 10 de febrero, cuando venció al Valencia (2-0) en Gran Canaria.
Sorprendió el propio García Pimienta con su planteamiento, ya que sus chicos (solo él sabe si voluntariamente) le entregaron el balón al Mallorca en los primeros compases del juego. El cuadro balear, no acostumbrado, no rehuyó de ello y aceptó el envite. Sin perder su estilo, claro. Circulación rápida, líneas de pases que se saltaban y una amenaza constante de centros laterales para intentar encontrar a Muriqi y Larin en las inmediaciones del área. En esos duelos, el Mallorca suele perder pocos.
El equipo local fue martillo pilón en ese primer tramo de partido. Achicó agua Las Palmas, que no conseguía imponer su ritmo. Aparecieron muy poco Kirian y Javi Muñoz en esa primera parte. Samú Costa, en esos centros desde los costados, a punto estuvo de encontrar a Larin en una oportunidad clara... precisamente antes del 1-0. Este llegó en plena ola mallorquinista. Cuando el cuadro de Javier Aguirre más apretaba, Gio González, desde la frontal, aunque algo escorado, probó el disparo lejano y dio la razón a aquellos puristas de los intentos desde fuera del área. Su chut golpeó en un defensor (y puede que también en Muriqi) y confundió lo justo a Valles para que este no pudiese llegar a una pelota que entró cerca del poste derecho.
Aguirre había conseguido lo más difícil. Por esas, el Mallorca ganaba. Por merecimientos y por hambre. Esa necesidad, mucho más fuerte que con la que llegaba Las Palmas, se palpó en ese tramo importante de los primeros 45 minutos. Cuestión de pulsaciones. Aceleró un poco más el cuadro de Gran Canaria después del 1-0, pero apenas inquietó sobre el área de Rajkovic antes del descanso. Tras él, García Pimienta reculó e introdujo en el campo a Moleiro, suplente de inicio.
Incomprensible, visto su rendimiento en la segunda parte. Jugó entre líneas y volvió loco a un Mallorca que no tardó en entender que debía vigilarle de cerca. Fue el propio Moleiro el que tuvo la más clara. Recibió cerca de la frontal, se creó su propio espacio y buscó, abajo, el palo derecho de Rajkovic, que respondió con una gran parada para evitar el 1-1. A partir de ahí, Las Palmas dominó ligeramente, sí, pero se jugó a lo que el Mallorca quiso. Y el cuadro balear no quería que pasasen muchas cosas más allá de los minutos.
El reloj corría y el equipo visitante no conseguía generar jugadas. Solo acciones esporádicas. Entre ellas, un remate de Marc Cardona, que entró junto a Munir o Sandro, que ni siquiera llegó a ir entre los tres palos. Sólida, como es habitual, la defensa del Mallorca con un Rajkovic también muy seguro. Lo cierto es que sufrió poco el equipo del Vasco para conseguir un triunfo, vital, que le acerca muchísimo más a la permanencia. Tiene 35 puntos y, dependiendo de lo que haga el Cádiz, podría terminar la jornada con 9 de ventaja sobre el descenso a falta de esos mismos 9 por disputar.