Hay aplausos y aplausos. Está el que se ganó Mikel Merino este domingo por la noche al marcar el gol de la victoria de la Real Sociedad contra el Mallorca en el tiempo de descuento de su partido de Liga. También está el que explica que tuviera que anotar tan tarde para canjear los tres puntos, uno de Antonio Raíllo al árbitro, González Fuertes, justo antes del descanso. Se centre el aficionado en uno u en otro, el caso es que los de Imanol Alguacil vencieron en Son Moix con merecimiento y con polémica.
El lío es que los bermellones estuvieron con un jugador menos en el campo desde la antesala del descanso. Su capitán estaba porfiando por la pelota con Umar Sadiq en una salida desde atrás hasta que el delantero le tiró al suelo. Al levantarse, con falta ya pitada en su favor, le soltó un ligero golpe al punta que el colegiado interpretó como valedor de tarjeta amarilla aunque la posesión fuera para su equipo. Irónicamente, pues no estaba nada claro que hubiera agredido a su contrincante, aplaudió la amonestación.
El juez no se lo pensó dos veces y le mostró la segunda cartulina amarilla, con lo que la imagen previa a que los dos conjuntos se marcharan a vestuarios estuvo caracterizada por que prácticamente todo integrante del club local, cuando era enfocado por las cámaras, era captado subiendo y bajando la mano en un ademán de "vaya tela". El expulsado, entretanto, se iba a la ducha no sin antes enfrentarse al banquillo visitante, un desaire por el que tuvo que ser agarrado por algunos de los miembros de su cuerpo técnico.
Cuando Raíllo abandonaba el terreno de juego, lo hacía con 1-1 en el marcador. El Mallorca había abierto la lata a los 4 minutos con un golazo de Antonio Sánchez desde la frontal. El '18' había recibido la pelota de un control defectuoso de Cyle Larin y lo había elevado a asistencia con un zapatazo ante el que Álex Remiro no pudo hacer nada a pesar de su estirada porque la trayectoria iba bien ajustada a su palo derecho.
La diana le había venido de perlas al conjunto de Javier Aguirre para capitalizar el golpe anímico que se llevó la Real Sociedad hace unos días en el Parque de los Príncipes. Esbozó una propuesta valiente ante todo un Paris Saint-Germain y, por un momento en el que Hamari Traoré salió del campo para ser atendido porque se había torcido la rodilla, se vio por detrás en el marcador, afrontó de otra manera el resto de la visita a Francia y terminó perdiendo por 2-0.
Imanol Alguacil, que se mostró crítico con su lateral en rueda de prensa, probablemente haya revisado las repeticiones y se haya percatado de que sí que se había hecho daño en la pierna, pues le alineó de inicio de nuevo en Son Moix. Los analistas, eso sí, no habrán mirado mucho al carril derecho, sino a la delantera, donde no surgen soluciones para una falta de concreción de cara a la meta que conoció un nuevo capítulo en las islas.
Ni Sadiq, que, al menos, se puede anotar el puntito extra de provocar la expulsión de Raíllo, ni André Silva, que le sustituyó más adelante, consiguieron ser complemento del principal ingrediente del ataque 'txuri-urdin', Takefusa Kubo. Sin Ander Barrenetxea en la otra banda esta vez, ya sea para cuidarle el físico o porque su actuación en suelo galo dejó bastante que desear, asumió el timón de las ofensivas donostiarras. Como siempre.
Arsen Zakharyan continúa siendo intrascendente en la línea de arriba de los de Anoeta, así que los focos apuntaron al japonés, a Javi Galán, a Brais Méndez y a Mikel Merino cuando a los bermellones les tocaba cubrirse. El cedido por el Atlético de Madrid, insistente por su carril, hizo de lanzadera de centros. El '8' repitió una y otra vez incorporaciones desde segunda línea para sorprender a la zaga. El ex del Celta de Vigo, si bien se quedó con las ganas de ser diferencial, podría haber firmado alguna asistencia: dotó de muchos balones tocaditos a sus compañeros en el corazón del área de Rajkovic.
Kubo se encargó de empatar el partido antes de la tarjeta roja a Raíllo, en el minuto 38, al recibir el balón de una disputa de Merino y Zubeldia con Muriqi. Este es otro de los focos de polémica: los jugadores del Mallorca se quejaron de una posible falta al 'Pirata', que acabó por los suelos antes de que el central pasara el cuero al extremo, que este encarara a Nastasic y abatiera al portero con una definición potente y rasa usando la zurda.
Zubeldia, vestido de asistente en esta ocasión, dio continuidad al 'máster' que hizo contra el PSG. Marcar a Kylian Mbappé no es una tarea precisamente sencilla y, aunque el 2-0 en contra lo tapara un poco, el '5' estuvo correcto siempre que su pareja de baile no llevaba a cabo una de esas genialidades ante las que no se puede hacer nada. En Son Moix, le apuntó la matrícula a Cyle Larin y no le dejó espacios. Hasta se llevó un cabezazo -sin mala fe- en la nariz en una de las muchas persecuciones que lanzó para que no recibiera la pelota cómodo y estuvo sangrando todo el encuentro.
Con él capando las vías ofensivas de los de Javier Aguirre, un futbolista menos en el conjunto anfitrión y los 'txuri-urdines' echados arriba, la segunda mitad experimentó varias fases hasta desembocar en el más cruel de los finales para los isleños. Hubo periodos en que conseguían hacer denso, pegajoso, lento el desarrollo de la cita y desesperaban a la Real. También hubo otros en que tenía lugar un acelerón visitante, sobre todo cuando 'Barrene' entró y dibujó un par de diagonales, y Rajkovic se veía obligado a intervenir.
Al término, un testarazo de Mikel Merino en el tiempo de descuento decantó la balanza en favor de los de Imanol Alguacil. Pacheco, uno de los revulsivos, dispuso un envío bombeado hacia el segundo palo, donde el '8', como estas líneas ya han reflejado, estaba creyendo mucho en sumarse desde atrás. Samú Costa no le detectó bien y, a su espalda, se elevó para amartillar un 1-2 valedor de aplauso, sí, pero condicionado por un aplauso.