Manchester City y Arsenal se citaron para una final que, realmente, ha resultado ser más un principio. Huele al inicio de la última fase del plan de remontada que los 'skyblues' están llevando a cabo a la perfección con la ayuda inestimable de unos 'gunners' mareados en el liderato y desde donde tienen muchas papeletas de caer presos del vértigo.
Fue De Bruyne el gran nombre sobre el césped con 2 goles y 1 asistencia. Y Haaland, con numerosas ocasiones abortadas por Ramsdale y con 1 gol y 2 asistencias. Pero, por una vez, no son ellos los que ocupan este titular. Obviamente, fueron cruciales con sus actuaciones, pero lo que realmente decidió el encuentro fue el plan de Pep Guardiola.
Mikel Arteta, su discípulo, quedó, como su equipo, maniatado. El City, como se esperaba, le quitó el balón a los visitantes. Les hizo mucho daño el tiempo que lo tuvo y después, con su rival herido, se lo entregó. Montó el catalán una tela de araña con una presión alta y asfixiante que no hizo más que mellar aún más la moral de un equipo que acabó mareado. Pep desarmó al Arsenal.
Esta versión de los 'citizens' asusta a cualquiera. Y no es para menos. Cierto es que los 'gunners' se han dejado parte del campeonato y de su autoconfianza en los últimos partidos, pero quizás no deban ser masacrados por lo de hoy. Un grupo de jóvenes con nivel pero mucho margen, un técnico joven y un proyecto que aspiraba a volver a la Champions se convirtieron en un rodillo de jugar y ganar, en un estratega al que todo le salía bien y en una casi obligación de ganar la Premier, respectivamente. Pero se está jugando las habichuelas contra un bloque de otro planeta.
Lo peor que tiene este City es el portero, que es bueno, pero que tiene tan poco trabajo que no tiene tiempo ni las oportunidades para ser el Courtois, el Ter Stegen, el Valdés o el Casillas de turno. Y es que delante tiene una defensa que, además de ser solvente, está diseñada a la perfección por Guardiola para no ser de 3, ni de 4, ni de 5, ni de 6. Es de 11. O de 10, apartando una vez más al pobre Ederson. Ante el Arsenal, fue una muralla infranqueable en la que, tras rebotar los balones y las esperanzas rivales, se convierte en una máquina de matar con un centro del campo de jugones y una delantera de asesinos. Y eso, señoras y señores, es este City.
Haaland fue belga y De Bruyne, noruego
Pero, claro, lo de Haaland y De Bruyne también debe recibir sus aplausos. Sobre todo lo del belga, que marcó 2 de los 4 goles y asistió en el 3º. Tuvo más colmillo que de costumbre. Pasó de esa función del emplatado para que otros (otro, más bien) devore el manjar a ser él el que se sació en el Etihad. Solo necesitó 7 minutos para abrir el marcador. En una contra que inició Haaland con un gran control y un pase al espacio, el '17' llegó hasta las inmediaciones de la frontal del área, firmó un tiro raso y con rosca, de los que se hacen llamar pases a la red, y superó a Ramsdale por su palo izquierdo para poner el 1-0.
La primera, en la frente. Así de pronto encarriló el equipo de casa un partido que fue un monólogo en la primera parte. El Arsenal solo increpó a Ederson en un tiro de Thomas desde la frontal que recordó al de De Bruyne en el gol. Pero claro. Es Thomas. Y no De Bruyne. El resto del peligro fue a cargo de un Manchester City que no goleó por Ramsdale.
El portero del Arsenal le amargó la noche a Haaland. Al menos, hasta el añadido de la segunda parte. En el 29', le sacó un remate que logró el noruego tras irse de dos defensas con un uno-dos que provocó la incredulidad de la grada. Y en el 32', le tapó un zurdazo en el primer palo, el mismo poste por el que pasó casi rozando un nuevo intento del '9' en el 36'. Pero aún tendría tiempo antes del descanso Ramsdale de sacarle otra a Haaland, al que, con las piernas, le negó el gol en un remate a bocajarro en el primer palo.
Pero si de eso tuvo tiempo el meta 'gunner', de ampliar la ventaja lo tuvo el City. Y con suspense. De Bruyne le puso a Stones la pelota en la cabeza en una falta y el defensa superó a Ramsdale con un cabezazo cruzado al palo más alejado, pero, según el asistente, estaba adelantado. Sin embargo, el VAR demostró que no era así y la cosa se fue 2-0 al descanso.
No cambió el guion en la segunda parte. Apretó el City, entregó el balón a un Arsenal al que le sobraba el balón, el césped, las botas, las medias y todo y lo acabó recuperando para sentenciar y temporizar el choque. Ramsdale, antes de que el choque quedara decidido, volvió a decirle "no" al gol del 'Androide'. Entró el noruego una vez más por el centro con una zancada que le llevó a un mano a mano más, pero el cancerbero, con la pierna, repelió el remate centrado del '9'.
Y en el 54', llegó el 3-0. Robó De Bruyne en campo del Arsenal, jugó con Haaland y este, en su versión más asistente, se la devolvió a su compañero, que se la colocó para su pierna derecha y batió por bajo al portero visitante. Colorín, colorado... y el cuento aún no había acabado. ¿Cómo iba a acabar sin el gol de Haaland?
Pasaron muy pocas cosas en los minutos finales hasta que el marcador sufrió 2 variaciones en la recta final. En el 87', en una de las pocas ocasiones concedidas al Arsenal, Holding puso el 3-1 al mandar a la red de primeras un pase de Trossard. Pero la guinda sería 'blue'. En el 95', y a la altura del punto de penalti, Haaland recibió un pase de Foden que rebotó en un rival y el '9', desmelenado ya sin coleta, batió, al fin, a Ramsdale con la izquierda.
Con este 4-1, los de Pep Guardiola se quedan segundos con 73 puntos, a 2 de un Arsenal que ya ha jugado 2 partidos más, por lo que el aroma a remontada es, a día de hoy, más que palpable.