Una semana más, la polémica le gana al fútbol. Ni las charlas, ni los cursos, ni el diálogo ni los recordatorios o modificaciones en las normas están consiguiendo que, con demasiada costumbre, se hable más de los líos que ha tenido un partido que del partido en sí, de lo futbolístico. Es el caso de miles de encuentros. También el del Osasuna-Barcelona de la jornada 14 de la Liga Española, que resultó en triunfo para los de Xavi Hernández.
¿Quiere decir lo expuesto antes que los 'culés' no merecieron vencer? Para nada: lo merecieron. Sobrevivieron con un futbolista menos en el campo desde muy pronto y remontaron un encuentro que comenzaron no solo perdiendo, sino siendo peores. La fe y la confianza de los catalanes en su calidad marcó la diferencia: equipos de su grandeza suelen sufrir cuando el césped se convierte en un correcalles y, en esta ocasión, se impuso el favorito.
Es curioso cómo a los azulgranas les ocurrió algo parecido que al Real Madrid en Vallecas. Se presentaban como los destinados a gobernar el enfrentamiento y se vieron sorprendidos por un contrincante inspirado, con una buena propuesta de juego e infinitamente molesto, principalmente en la salida de pelota, el aspecto en el que más problemas encontraron los representantes del Camp Nou.
Este relato corresponde a los primeros compases del partido, en los que El Sadar conoció a un Osasuna superior y a un Barcelona desquiciado. Los de Jagoba Arrasate mordían al ataque, eran impasibles en defensa y, cuando les tocaba bascular, conseguían generar errores incluso de hombres que parece que no los cometen nunca como Sergio Busquets, que tuvo un par de deslices muy cerca de la media luna de su área.
En este contexto de incomodidad total para el Barcelona, su plantilla no fue capaz de mantener la calma. Cuando no se pasaba de frenada un futbolista, lo hacía otro. Esta dinámica se contagió incluso a Robert Lewandowski, que tan solo ha visto tres tarjetas rojas en su carrera. La última de ellas se la mostró Gil Manzano en este encuentro, en el que cometió dos faltas de amarilla que resultaron en su expulsión.
Su marcha antes de tiempo es una de las grandes polémicas del día. Primero, tiró al suelo a Nacho Vidal después de agarrarlo del brazo. Después, entró con el hombro y el codo por delante a una disputa aérea con David García aunque sabía que solo iba a lograr llevárselo por delante. A pesar de las protestas de sus compañeros y de un gesto que hizo él mismo en su camino al túnel con el que quiso llamar al juez arrogante, hubo de abandonar el terreno de juego.
Su pérdida, evidentemente, condicionó el plan de Xavi, que respondió situando a Ferran Torres como referencia arriba y confió en las capacidades de los suyos en el cuerpo a cuerpo. Puede que esta cita le sirva de lección. Es asiduo a ordenar a su plantel que controle la pelota y defienda con balón, pero, en una visita en la que tocó bajar al barro del fútbol, sus pupilos respondieron bien.
Para cuando 'Lewy' ya no estaba en el verde, el Barcelona perdía por la mínima. Lo hacía porque al buen trabajo de Osasuna en los primeros minutos hay que añadirle un gol de cabeza de David García que, sí, es otro de los líos del día. El defensa estuvo genial para rematar un saque de esquina y mandarlo ajustado al palo largo de Ter Stegen con una parte de la acción con asterisco: un compañero suyo arrolló a Marcos Alonso y el árbitro no lo consideró falta.
Es por esta decisión por la que Gerard Piqué, que debía ser protagonista por su último partido como profesional, quizá disputando algunos minutos, puso fin a su vida futbolística con una tarjeta roja. En el descanso, insistió a Gil Manzano en sus, a su juicio, equivocaciones y este tuvo que expulsarle. El porqué no ha trascendido, aunque es bastante sencillo imaginarlo: se pasaría de la raya con alguna palabra.
Aunque el choque saliera a polémica por cuarto de hora, siguió con el mismo relato que antes. Los de la Ciudad Condal trataban, con prisas, de hacerse con el control de un duelo en el que, si ya se encontraban en una mala dinámica previamente, se vieron con uno menos en el campo para coronarlo. Lo curioso llegó cuando, con el correr del cronómetro, el grupo logró hacer de esta su mejor arma.
En la segunda mitad, una suerte de lavado de cara para todos los líos de la primera, tocó volver al fútbol, un fútbol de cara a cara, de golpes contundentes, de ir a cara de perro y de muchas, muchas protestas. El banquillo azulgrana y sus jugadores se quejaban de que Gil Manzano no aplicara, desde el punto de vista de los catalanes, el mismo criterio para 'Lewy' que para otros como Lucas Torró, que cometió un par de faltas por las que también pudo ser expulsado por doble amarilla.
Entre reclamación y reclamación, se daban tramos de más dominio para los de Jagoba Arrasate y de intentonas de los de Xavi Hernández, que se aferraron a Pedri, fundamental como siempre en el trato de pelota, o Dembélé, además de un Ferran Torres que hizo todo lo que pudo en punta, para darle la vuelta al luminoso. Esto acabaría ocurriendo a muy poco del final gracias a una genialidad de Frenkie de Jong y Raphinha.
Antes de su 1-2 definitivo, fue Pedri quien, al poco de arrancar el segundo acto, aprovechó un mal despeje de Unai en el área de Aitor para ajusticiarle de un derechazo. Justo antes del descanso, él mismo había generado una jugada que acabó en pase teledirigido de Jordi Alba y remate de Ferran anulado por fuera de juego, así que, en cierto sentido, se redimió a sí mismo y también a sus compañeros.
Pero el jolgorio llegó con Raphinha, a quien Xavi dio entrada como revulsivo y que comandó una doble reivindicación. Frenkie de Jong, en la pugna por la titularidad con Gavi esta temporada, le encontró a la espalda de la defensa con un balón bombeado sensacional y el brasileño, de primeras, lo explotó para firmar una vaselina complicadísima con la que superó a Aitor e hizo el tanto del triunfo en el minuto 85.
El partido, divertidísimo, fructificó pues en un liderato mejor cimentado por parte del Barcelona. Su distancia para con el Madrid está garantizada hasta después del parón del Mundial y, aunque los focos se centrarán en gestos, faltas, polémicas y demás, quizá deban mirar a algo más. Un equipo entregado a la pausa, el gobierno de la pelota y el control supo manejarse en un cara a cara alocado y salió victorioso. Quizás este plantel pueda brillar en muchas más facetas que en la de la posesión.