Con el liderato pendiente de reconquista por la victoria del Barcelona contra el Almería, el Real Madrid visitó al Rayo Vallecano en el último partido de la decimotercera jornada de Liga. Los 'merengues' acudieron al barrio para tratar de retomar la iniciativa y el barrio se lo negó. El conjunto de Andoni Iraola estuvo mejor y, a pesar de la diferencia de calidad entre las plantillas, cosechó los tres puntos.
El duelo fue de lo más entretenido. Su relato se mantuvo fiel a lo mismo desde el principio hasta el final. Unos 'merengues' sorprendidos trataban, constantemente, de imponerse con cierta sensación de premura a unos rivales que, simplemente, estaban firmando una mejor actuación. Quizá lo inesperado de esto es lo que explica por qué los de Concha Espina nunca terminaron de calmarse, lo que hubiera sido clave para atemperar el duelo.
Pero ¿cómo lo hizo el conjunto local para incomodar tanto al campeón de España y Europa? Jugó con él. Aprovechó su mejor manejo de las dimensiones del campo, pequeño, y aplicó una presión alta que, ya fuera por falta de inspiración en el bando visitante o porque el contrario estaba sobrado de acierto, resultó en problemas muy serios para que la pelota se alejara de los dominios de Courtois.
De esta manera, el Rayo Vallecano iba hilando ataques de peligro en lo que el Real Madrid, errático porque no entendía muy bien lo que estaba ocurriendo, apretaba con prisas para resolver la situación. También es cierto que esta situación la facilitó que los blanquirrojos abrieran la lata cuando solo habían pasado cinco minutos desde el inicio. El autor de este 1-0 fue Santi Comesaña.
A los representantes del Santiago Bernabéu los metió en el partido un penalti de Fran García, asistente en la primera diana, a Marco Asensio. El balear había dado forma a una gran pared con Fede Valverde para hacerse hueco en la caja de Dimitrievski, pero el '3' le trabó por detrás con una zancadilla y, con revisión en el monitor mediante, permitió que el colegiado dilucidara que debía haber disparo desde los once metros.
Es curioso cómo, bajo otras circunstancias, que los 'merengues' espabilaran quizá se hubiera debido a la actuación de alguna de sus muchas estrellas. Véase el caso de Vinicius. Estuvo muy activo por su banda, dejándose ver también para conducir la pelota hacia dentro, pero se vio arrastrado al ostracismo por una rivalidad con Balliu de la que salió peor parado, pues fue apareciendo menos y menos hasta disiparse casi de pleno. Por mucho que se quejara al colegiado, los perjudicados fueron él y su equipo.
Otros 'cracks' como Fede Valverde tampoco terminaron de destellar -aunque el charrúa lo intentó desde lejos como se le pide-, así que el partido continuó por su cauce de incomodidad para el Madrid. Ni siquiera Rodrygo respondió como sustituto de Karim Benzema. Mariano tampoco funcionó cuando entró como revulsivo. El brasileño, de hecho, dispuso de una ocasión clarísima en el minuto 89 que mandó al cielo en boca de gol.
Alarma, respiro, remontada y alarma
Saltaron las alarmas del Madrid pronto, cuando Santi Comesaña abrió la lata. Lo hizo aprovechando un pase de Fran García desde la banda izquierda. El balón le llegó botando y él, de primeras, lo redirigió al palo largo de Courtois, que, aunque no lo sabía entonces, acabaría siendo mucho más protagonista de lo que él pensaba por un penalti que se repitió tras haberlo parado primero.
En todo caso, al tanto de Comesaña respondió Modric de penalti. Poco antes de que el cronómetro llegara a 40 minutos y después de la falta de Fran García a Asensio que ya se ha relatado previamente, el croata optó por un golpeo suave al centro que engañó a Dimitrievski. El cancerbero se venció al lado derecho y su contrincante, sobrado de experiencia, lo sabía porque había esperado para golpear el cuero lo más tarde posible.
Unos minutos después, Éder Militao se coronó con el gol de la remontada. En un saque de esquina que formaba parte de la 'operación urgencias' de los de Carlo Ancelotti, se despojó bruscamente de la presión de Lejeune y remató, escorado, de cabeza, en el corazón del área para superar al guardameta rival. Pudo hacer más su pareja de baile, que se dejó caer esperando una falta después de notar el contacto del forcejeo.
Lejos de ser esto el punto de inflexión para que el Madrid hiciera lo que los pronósticos pedían, dominar al Rayo, el fútbol de barrio mordió de nuevo en forma de gol del empate. Lo anotó Álvaro García tan solo tres minutos después del de Militao cuando, a un costado del área, le arribó un esférico que empaló con la zurda. Courtois llegó a tocar, pero no pudo evitar la realidad del 2-2.
Y, para colmo, sí que pararía el tiro de penalti con el que Trejo le retó bien entrada la segunda parte después de una mano de Dani Carvajal. El lateral dio el susto poco antes, cuando pareció lesionarse y hasta se dejó caer al suelo con la mano en la ingle. Superado este lance sin consecuencias, tuvo la mala suerte de interceptar, con el brazo, un intento de control de Álvaro que, antes, había desviado también sin querer con el muslo.
Courtois se dejó caer a un lado aparentemente con el pie por delante de la línea de la meta para detener el primer chut de Trejo, que había tratado de batirle por su derecha, pero el árbitro se dio cuenta de que Carvajal había invadido el área e hizo repetir el lanzamiento. Esto lo confirmó ante los medios el portero después del choque, cuando se le preguntó si se anuló el tiro por su culpa.
En el segundo enfrentamiento, Trejo, que cambió de lado en su definición, sí que logró superar al cancerbero 'merengue', que estuvo a punto de desviar también este lanzamiento. De esta manera, los blancos volvieron a su encasillamiento de antes en tratar de revertir un desacierto que les ha costado el liderato. La cima se mantiene en manos del Barcelona. El barrio bajó al Madrid de ella.