El Rayo Vallecano y el Leganés empataron en el primer derbi madrileño del fin de semana en Primera División. Hay bastantes más focos sobre el cara a cara del Cívitas Metropolitano, pero la cita de la sobremesa sabatina también contaba con un cartel de lujo. James Rodríguez y Sébastien Haller, dos de los fichajes estrella del mercado de verano en la Liga Española, saltaron de inicio como principal atractivo de un choque en el que no marcaron la diferencia.
El colombiano, aunque no puede ni debe ser comparado directamente con el costamarfileño porque sus demarcaciones no son las mismas, brilló bastante más que él. Se presentó clave en la apuesta de Íñigo Pérez por dominar el evento desde la posesión de la pelota y dejó algún detalle de calidad. Destacó especialmente un control con el exterior de la bota para lanzar un contragolpe en el primer acto. Este tipo de ataques, a pesar de no ser los que su pizarra había ideado como arma principal, fueron especialmente efectivos contra la zaga visitante.
Los aficionados premiaron al 'cafetero' con el MVP, aunque la realidad es que había argumentos de sobra para elegir a otros jugadores no por demérito del ex de São Paulo, sino por mérito de otros protagonistas. Sergio Camello abrió la lata para los anfitriones y Juan Cruz descontó en la segunda mitad. Además, los dos porteros, Augusto Batalla y Marko Dmitrovic, resolvieron que el destino de los puntos fuera una muesca en cada casillero.
El guardián del Rayo despuntó ligeramente más que su homólogo por un dúo de intervenciones magistrales ante Jorge de Frutos. El franjirrojo, curiosamente, volvió a casa de vacío cuando contó con opciones de obrar un 'hat trick'. Un tiro buscando el palo largo del guardameta halló su mano derecha y una volea a la media vuelta, las palmas de sus dos manos. La tercera oportunidad desperdiciada, eso sí, apuntó a su responsabilidad: no se dio cuenta de que estaba en fuera de juego para recibir un balón raso de Camello que era para James y lo remachó con tanto acierto como ilegalidad posicional.
Sí que subió al marcador la apertura de la lata que el héroe Olímpico de la Selección Española anotó a los 8 minutos del comienzo. El contexto era de dominio por parte de su equipo cuando cortó un atrevido pase horizontal de Roberto López en campo ajeno, condujo hacia Sergio González, le quebró recortando a siniestra y rebasó a Dmitrovic con un golpeo de izquierdas a palo cambiado que prometió una tarde feliz para los locales.
Borja Jiménez era consciente del riesgo que era no ya esta diana en sí misma, sino el hecho de que los suyos estuvieran sufriendo tanto cuando sus rivales dominaban con pausa la pelota como cuando salían a la contra. Para colmo, no surgía la forma de encontrar a Haller, bien custodiado por Florian Lejeune y Abdul Mumin, sobre todo por el primero, que dominó prácticamente todos los balones aéreos en su radar.
Poco a poco, el Leganés entró en dinámica mientras los vallecanos iban dando pasos atrás, un comportamiento que desquició a Batalla, otro de los protagonistas del partido. No solo riñó a sus compañeros cuando veía excesiva pasividad ante las acometidas contrarias, sino que firmó una estirada crucial ante un cabezazo de Sergio González a bocajarro cuando el marcador ya iba 1-1 y, por tanto, la derrota era un peligro cercano.
Las tablas se habían producido por un tanto de Juan Cruz, de los mejores de la plantilla de Butarque. Interpretó a la perfección cómo tenía que meter el pie por debajo de la bola tras un 'sprint' de Valentin Rosier por la banda derecha, esfuerzo con el que se deshizo de Álvaro García, y clavó el esférico en la escuadra. Al final y con el hilo de ocasiones que los porteros, como ya han mencionado estas líneas, malograron, este gol decidió el luminoso definitivo.