Cuando Claudio Bravo se lesionó con el derbi a la vuelta de la esquina y con Rui Silva ya en la enfermería, el Benito Villamarín fue un cementerio. El silencio y el runrún fueron los protagonistas en los últimos minutos del choque de Europa League ante el Aris Limassol. Pero quién les iba a decir que, unas semanas después, serían ovaciones y cánticos los protagonistas al término de un Betis-Las Palmas que fue '1' en la Quiniela porque Fran Vieites, el tercer portero, así lo quiso.
Si un portero salva a su equipo en varias ocasiones y, además, lo hace con paradas tan estéticas como decisivas, la gloria será suya. Incluso la loa hacia sus guantes hará sombra a lo que permitió que estos tuvieran más trabajo del esperado. El Betis dejó mucho que desear en la segunda parte y Las Palmas, por su parte, lo que dejó fue ese sentimiento de que el 0 de sus goles y puntos tuvieron 0 de justicia.
Vieites se ganó la ovación del Villamarín, especialmente, a partir del minuto 73. Fue entonces cuando evitó el empate al sacar una mano crucial a un disparo lejano de Sandro. Se dieron ingredientes parecidos cuando, en el 84', voló a la escuadra para repeler un tiro desde fuera del área que se había envenenado tras dar en un defensa. Y de nuevo voló, y de nuevo a la escuadra y de nuevo tras un disparo lejano que, de nuevo, dio en un zaguero para que Coco, especialista en cañonazos, se llevase las manos a la cabeza. Las de Vieites fueron al ángulo para sacar el 1-1 de la misma unión entre el palo y el larguero.
Así se puede resumir la cuarta y última fase de un partido atractivo, movido y con muchos guiones en uno mismo. La tercera, que se vio minutos antes, tuvo al Betis acongojado en su área ante un rival que dominaba, asediaba, llegaba y daba mucha sensación de peligro, sobre todo con un inspirado Moleiro, pero no pasaba de ahí. No había tiros y, si los había, eran pocos y desviados. Así transcurrió la segunda mitad para desesperación de la grada local y, al final, también de los visitantes.
Antes del descanso, otras dos fases de repartieron los 45 minutos. La primera fue un inicio prometedor del equipo de García Pimienta, aunque ni duró demasiado ni tuvo repercusión alguna en el marcador. De hecho, la gran diferencia estuvo en que la segunda sí que la tuvo. Los de Manuel Pellegrini se empezaron a encontrar cuando encontraron a Isco y lograron ser dominadores en un primer tiempo que les dio el botín que defendieron con demasiado recelo, miedo y contemplación.
Desde el 10', se activaron los verdiblancos. Isco se topó con Valles en un tiro con poco ángulo antes de que el meta visitante sacase una salvadora mano a un cabezazo de Chadi Riad, que lo volvió a intentar poco después con un testarazo desviado. El Betis empezaba a alegrarse y a alegrar con su ya conocido fútbol ofensivo y de proposición. Y fruto de ello, llegó el 1-0 en el 19'. Las Palmas perdió el balón en la salida e Isco recibió al límite del fuera de juego. Valles acertó a despejar el intento del malagueño, pero Willian José cazó el rechace para, con la zurda, abrir el marcador.
A partir de ahí, ambos equipos compartieron intenciones y llegadas, aunque sin demasiado peligro para los porteros. No fue hasta la recta final del partido cuando, entre tanto paradón de Vieites y todo lo ya relatado, Munir falló una ocasión clarísima que demostró porque, realmente, eso de merecer y de puntuar pueden convivir dándose solo uno de ellos.
En el resto de ocasiones claras, fue el rival el que le negó el gol a un equipo muy falta del grito más soñado del fútbol. Pero en esta, que se dio en el 75', fue demérito de Las Palmas. El pase de Sandro desde la derecha fue un caramelo que, en vez de degustar, escupió Munir con un remate fuera cuando era más difícil fallarla que meterla. Y así, y entre palmotazos decisivos de Vieites, se le escaparon los puntos a un equipo que promete mucho, pero mete más bien poco.
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