Un derbi siempre es un derbi. Da igual que sea en el Santiago Bernabéu, el Metropolitano o Arabia Saudí. Y nadie quiere perder ante su máximo rival, da igual el premio que hubiese. Y así pasó en Riad, en un partido que llegó hasta donde los pulmones no pudieron.
Se vieron los mejores 45 minutos de toda la temporada, y a partir de ahí se dejó de jugar. Una primera parte vibrante, con 4 goles, dejó paso a una segunda en la que ambos parecieron estar en un bolo de verano en vez de en unas semifinales de la Supercopa.
Jugar 120 minutos en pleno mes de enero, en un país extranjero, no es sano para nadie. El ritmo decreció con el paso de los minutos, mientras los aficionados allí presentes engrandecieron a Güler y pitaron a Kroos. Y los jugadores, uno a uno, pidieron el cambio fundidos.
Que vivan los ataques
El aficionado neutral se puede quedar con los primeros 45 minutos. De hecho, si tiene que recomendar el partido a alguien que no lo haya visto, dígale que vea hasta el descanso y se enganchará a este deporte tan bonito.
Simeone sabía el plan para desactivar al Real Madrid y casi lo consiguió. Repitió la fórmula del partido de ida de buscar balones diagonales. Pero tuvo que ser el 'Atlético Aviación' el que iniciase lo que iba a ser un sinfín de goles en la primera mitad. Hermoso aprovechó que Rodrygo no tiene cualidades defensivas para, totalmente solo, cabecear el primero de los 6 goles de un defensa en Riad.
La cara se volvió cruz para el Atlético en cuestión de minutos. Como su fuese una repetición, pero con las camisetas cambiadas, Rüdiger demostraba que había aprendido de Hermoso para, también solo, imitar a Ramos en Lisboa y marcar en Riad el primero de sus tantos.
Algo mágico pasaba en el césped de Arabia Saudí. Los defensas, que tienen que ser protagonistas para evitar los tantos, se convirtieron en delanteros. Y si no, que se lo digan a un Mendy que con el exterior de su bota izquierda demostró que nadie es capaz de entenderlo, que es capaz de lo mejor y lo peor para, en esta ocasión, realizar la primera de las 3 remontadas de la noche.
Un Griezmann histórico
Pocos jugadores hay con mayor acierto en estos momentos en España que Antoine Griezmann. Todo lo que puede hacer bien el 'Principito', lo hace bien. Da igual que solo sean 6 cosas en 90 minutos. Esas 6 cosas son de un nivel supremo que evidencian en qué mesa se sientan.
Hubiese querido Griezmann igualar a una leyenda como Aragonés en casa, pero se tuvo que conformar con Arabia Saudí. Allí, en el tapete arábigo, se inventó una jugada propia de las grandes estrellas mundiales para poner su sello 172 en su carrera e igualar al 'Sabio de Hortaleza' como máximo goleador en la historia del Atlético de Madrid.
2 partidos distintos
Algo pasó en el vestuario de Riad que todo cambió tras el descanso. Como si hubiesen pactado un armisticio de media hora, como si supiesen que todo lo que ocurriera hasta el 75 no iba a servir para nada. Como si hubiesen visto el futuro y pensasen en aguantar estoicos sobre el césped. No ocurrió absolutamente nada hasta que decidieron volver a jugar.
Kepa, que ya había dejado alguna duda en el choque, demostró estar falto de confianza. Lo que tenía que haber sido un despeje fácil se convirtió en un autogol de Rüdiger con mucha colaboración del cancerbero, que aún no se explica qué pasó en esas décimas de segundo en los que chocó con Morata.
Todo parecía destinado a una nueva victoria de Simeone sobre Ancelotti. Pero ahí, cuando más quemaba el balón, se demostró la profundidad de banquillo, el llamado salto de calidad que da el presupuesto. Y es que los suplentes blancos aparecieron para agitar la coctelera.
Apareció Vinicius por primera vez en el partido, al menos por primera vez sin estar en el suelo. Y aparecieron las dudas de una defensa que volvió a dejar vendido a un Oblak superlativo. No marcó el brasileño, tampoco un Bellingham que llega a este enero con la lengua fuera, pero sí un Carvajal reivindicativo que llegó cual Cafú para mandar el partido al tiempo extra.
Una prórroga innecesaria
Se demostró en el césped de Riad que jugar una prórroga a estas alturas de la temporada, en un torneo que la puede evitar es precisamente eso, evitable. A no ser que seas del Real Madrid, experto en estas lides, y no quieras llegar a los penaltis.
Nada pasó en la primera parte de la prórroga. Nada pasó en la segunda. Pero si hay un minuto marcado en oro en el fútbol español, ese es el 116. Y ahí apareció Savic para, sin querer, dar medio pase a la final al Real Madrid.
Llegó la sentencia en el tramo final, en un balón con el que soñó Oblak pero que se llevó Brahim. El malagueño, sin oposición, puso la sentencia y el grito en el cielo de Simeone.