El agente Prats lo venía avisando desde hace tiempo y se ha cumplido todo al pie de la letra. El Mallorca ha conseguido de forma mágica el billete para la final de la Copa del Rey, la cuarta de toda su historia, en la que luchará contra Atlético de Madrid o Athletic de Bilbao por hacerse con el segundo título del torneo.
La Operación Cartuja es ya una realidad para el cuadro bermellón. El equipo de Javier Aguirre ha sabido sufrir como el que más en Anoeta y eso que desde el inicio planteó un partido muy valiente. Pese a que dio el primer golpe al encuentro con el gol de Gio González, Oyarzabal tuvo que salir al campo para igualar las fuerzas y salvar de un apuro al cuadro 'txuri-urdin'.
Sin embargo, el capitán, tras una prórroga con un gol fantasma incluido, fue el autor del único penalti errado en una tandaque se llevó el Mallorca con el tanto definitivo de Sergi Darder. El balear tomó la responsabilidad y llevó en volandas a su equipo a la Cartuja para continuar con una misión que solo tiene un objetivo: ganar el trofeo.
Partido muy cerrado
Muchos pensaban que la Real Sociedad iba a llevar la iniciativa ante el Mallorca, pero no fue tal cosa. Los baleares sorprendieron a todos con un planteamiento muy agresivo, con los jugadores presionando muy arriba a sus oponentes para evitar que saliesen cómodos desde atrás. Javier Aguirre calcó el plan con el que destrozó al Girona y los resultados se vieron desde el principio.
El equipo de Imanol Alguacil estuvo incomodísimo durante todo el primer acto, sin ser capaz de reaccionar y de plantar batalla a un rival que se mostró muy sólido a nivel defensivo. Un conjunto muy bien estructurado y solidario que hizo un trabajo descomunal en todos los aspectos, tanto en defensa como en el medio al igual que en el ataque.
Javi Galán o Kubo, entre otros, se mostraron en algunas acciones pero sin hacer un daño evidente a los visitantes. Lo más reseñable de los primeros 45 minutos fue un disparo precipitado de Abdón Prats, que quizá pudo haber aguantado un poco, y un penalti clamoroso de Raíllo, que desvió con la mano un centro de Martín Zubimendi.
El capitán, que volvía al equipo tras la roja ante el Girona, se lamentó y permitió a la Real Sociedad tener una oportunidad para romper el marcador y la eliminatoria. Fue el único error defensivo del Mallorca y Brais Méndez no supo aprovecharlo. El de Mos tiró al centro de la portería y Greif aguantó la posición, por lo que rechazó la pelota. Un jarro de agua fría para la parroquia local y un alivio para los de Javier Aguirre para afrontar el segundo tiempo.
El Cid Oyarzabal
Tras la renudación, la Real, que se mostró predispuesta a cambiar las cosas, se encontró con algo que no esperaba. El Mallorca, en su primer remate entre los tres palos, metió el balón dentro de la red. Jaume Costa apareció por el costado izquierdo y puso un caramelo al área, donde Gio González, que llegó muy solo desde atrás al segundo palo, ejecutó un cabezazo picado para batir a Remiro y abrir la veda.
Los bermellones dieron el primer golpe a la serie, lo que fue un mazazo para los de Imanol Alguacil. El técnico, viendo que pasaban los minutos y no había reacción, tuvo que meter al Cid Oyarzabal. El capitán, que llevaba fuera de circulación unas tres semanas entre lesiones musculares, se erigió como protagonista para equilibrar las cosas.
El '10', que todavía estaba entre algodones, demostró a los 'txuri-urdines' que es el alma de su equipo. Con su sola presencia en el campo, el de Eibar ya incomodó a sus rivales pese a no estar al 100%. En su primera aparición, Oyarzabal, todo un luchador, le pidió la pelota al hueco a Brais y cruzó con la derecha para poner patas arriba el Reale Arena.
Tremenda la forma en la que el capitán reactivó a su equipo al igual que Sheraldo Becker, que estuvo muy incisivo por el costado izquierdo desde su entrada. La Real se animó con el 1-1 y Greif tuvo que emplearse a fondo para rechazar un disparo del propio Becker. Los locales achucharon todavía más si cabe para evitar una prórroga que era inevitable.
Un gol fantasma, una tanda bermellona
El destino quiso que hubiera otros 30 minutos de fútbol, un tiempo en el que lo más destacado fue un gol fantasma que reclamó la Real Sociedad. Un centro medido de Kubo al segundo palo lo remató Mikel Merino y Samú Costa salvó en primera instancia en la línea. La jugada continuó y fue Tierney, con un golpeo potente, el que se estrelló de nuevo con el luso, que rechazó con el pecho dentro de su portería.
El aficionado 'txuri-urdin' reclamó gol, pero ni Gil Manzano ni desde el VAR consideraron que la pelota traspasó al completo la línea de gol. Lo curioso es que en España no hay tecnología de gol, un elemento que en más de una ocasión se ha calificado de caro. Si se hubiese implantado, la situación se podría haber aclarado.
Todo el mallorquinismo respiró aliviado porque Samú Costa hizo un milagro que marcó el camino hacia una tanda en la que mandaron los de Javier Aguirre. Hubo 9 lanzamientos en total y se anotaron 8. El único que falló fue Oyarzabal, que pecó de ingenuo y Greif le adivinó las intenciones.
Muriqi, Morlanes, Radonjic y Omar Mascarell no fallaron y Darder, que se encargó del quinto y último, tiró la pena máxima con maestría y convirtió la Operación Cartuja en una realidad. El cuadro bermellón logró algo inpensable y asestó un golpe a una Real Sociedad que puede naugfragar en lo que queda de temporada.