No, no siempre pasa lo épico. El gol del último minuto. La remontada histórica. La jugada inesperada que plasma en el marcador una realidad diferente a la del césped o a la de la temporada. El Sevilla sabe lo que es eso, pero, en el fondo, también tiene que saber que no siempre va a salir cara. Que no siempre es la excepción la protagonista, sino el resto de casos que sí que confirman la regla.
Y pudo pasar. Pudo pasar que el Sevilla, en una nefasta temporada y en una penosa fase de grupos, ganase, finalizase 3º y jugase su competición fetiche. En el añadido, aún con 1-1, Sergio Ramos, otro acostumbrado a estos momentos épicos, reventó un balón en el área que se fue por encima del larguero. Fueron solo unos pocos centímetros los que separaron esta realidad de aquellos seguros titulares de "Dicen que nunca se rinde" y similares.
La cosa es que, en líneas generales, los andaluces fueron muy superiores a su rival. Cierto es que el guion y las necesidades lo facilitaban, pero el baño de dominio e intenciones en el primer tiempo fue absoluto. Los galos eran conscientes de que el empate les valdría y parecieron esperar a que el reloj y los nervios de los visitantes se aliaran a su favor.
No es menos verdad que las llegadas fueron más numerosas que claras. Los españoles amasaron posesiones y saques de esquinas, pero pocas veces se manchó Samba los guantes. En todo el primer tiempo, solo un trallazo de Rakitic desde la frontal le dio trabajazo. Eso sí, tuvo que emplearse a fondo: voló y, a mano cambiada, salvó el gol visitante.
Con la confianza y la moral que no ha tenido en todo el curso, el Sevilla se fue al descanso pensando que merecía ganar y que podía hacerlo. Sin embargo, la superioridad vista hasta ese momento de los pupilos de Diego Alonso no se repitió en la reanudación.
No llegó la excepción, pero se confirmó la regla
El Lens, que no había pisado con peligro ni el área ni sus alrededores, empezó mejor el segundo tiempo. Pese a ello, pudo verse por detrás en el marcador desde bien temprano cuando Pedrosa, en funciones de '9', mandó un balón al larguero tras un remate con el exterior de su bota izquierda. Paradójicamente, el Sevilla se vio más cerca del gol cuando menos dominaba. Y más paradójicamente aún, poco después de rozar el 0-1, encajó el 1-0.
En el minuto 60, el árbitro señaló un penalti que parecía más cosa de Facundo Medina que de Soumaré. El argentino se tropezó con la bota izquierda del jugador francés, pero el colegiado castigó la acción con una pena máxima que, sorprendentemente, no corrigió el VAR. Frankowski engañó a Dmitrovic y adelantó a su equipo.
No encajó demasiado bien el golpe un Sevilla que, sin embargo, tuvo la opción de empatar solo unos minutos después. Rakitic ya se relamía con un balón que olía a gol, pero, cuando todos esperaban un remate franco con la derecha, En-Nesyri le molestó y decidió tirar en peor situación. Se revolvió y su remate, fallido, acabó en las manos del meta local.
Y fue precisamente cuando más hundido parecia el cuadro visitante tras el gol en contra y la clara ocasión fallada cuando llegó el empate. Un agarrón sobre En-Nesyri acabó en penalti a favor del Sevilla. En un primer intento, Bamba le paró el lanzamiento a Sergio Ramos y, además, el portero del Lens también salvó el rechace, lo que hizo enloquecer a la grada. Pero el cancerbero se había adelantado antes de tiempo y, a la segunda, Ramos sí acertó. Lo hizo con un lanzamiento a lo Panenka que volvió a darle alas al equipo hispalense.
Sin embargo, y por muchos jugadores, balones y minutos de posesión que tuvo el Sevilla cerca del área rival, solo la de Ramos comentada al inicio puede contabilizarse como opción de gol, de victoria y de clasificación. Y de hecho, ya en el 96', llegó la sentencia. A la contra, Fulgini batió a Dmitrovic en una pérdida de Pedrosa que terminó con el sueño del Sevilla y confirmó que, a veces, en la vida pasa lo normal, lo esperado y lo probable.