Tenía que pasar y acabó pasando en el escenario más propicio para las críticas. El Barcelona, después de varias semanas con dudas por encajar una remontada en el 'Clásico' ante el Real Madrid y ganar dando una mala imagen contra la Real Sociedad, hizo un cóctel de todo lo que le preocupaba y perdió contra el Shakhtar Donetsk en la 4ª jornada de la fase de grupos de la Champions League. Mal juego, mal resultado.
Los de Xavi Hernández vieron aflorar las mismas carencias que en su visita a Anoeta. Su defensa se descosió y su ataque se mostró falto de ideas, inofensivo. El equipo se aferraba a su mayor calidad y pegada, por el nivel de su hoja de futbolistas, para hacer daño en algún momento a unos locales serios atrás y no solo centrados en las contras, sino también en aprovechar sus posesiones cuando los 'culés' dejaban un poco de lado su deferencia por el control constante de la pelota.
El único gol del partido, obra de Danylo Sikan, nació de una trenza de pases genial para sortear el sistema defensivo contrario. La pelota viajó desde el centro hasta la banda izquierda, desde donde se exportó a la izquierda. Desde ahí, Gocholeishvili sirvió un centro medido para que el '14' lo rematara, con la espalda arqueada hacia atrás, ante un Christensen que llegó tarde a esta y a otras acciones en las que debería haber estado más atento.
Ronald Araujo fue el contraste de esta situación. El uruguayo empezó siendo el mejor de los suyos, el más solvente ante los avances del Shakhtar, pero la sensación de que los azulgranas acabarían destacando de algún modo arriba adelantaba que vería su actuación opacada. Nada más lejos de la realidad. Los esfuerzos del Barcelona tuvieron que seguir siendo constantes atrás, así que la figura del charrúa, interceptor de todo y rápido cuando detectaba que sus compañeros se dejaban huecos, continuó alzada. Y venía de solucionar él solo el duelo de San Sebastián.
La irrupción de Oriol Romeu en el centro del campo no ayudó a mejorar la papeleta. Algunos deslices técnicos del ex del Girona alargaron la lista de motivos por los que Fermín López se está haciendo hueco en el once inicial. Un control demasiado largo, un pase que no encuentra receptor... Los recursos del cuadro de Xavi ni se multiplicaban ni se potenciaban con él en la zona de tres cuartos. Su compañero no tuvo demasiado tiempo de alicatar el asunto en la segunda mitad.
Gündogan mostró, con su labor en el campo, que es fiel a ese mensaje de ambición que lanzó después de la derrota en el 'Clásico'. Consciente de que faltaba un toque de gracia ofensiva, se encargó de varias conducciones de pelota de varios metros hacia el balcón del área de Riznyk, pero su insistencia no conoció premio. Ferran Torres y Raphinha tampoco ofrecieron soluciones por las bandas -el brasileño estuvo algo más activo que el español- y, así, las progresiones catalanas se basaban en amasar la pelota, esperar, esperar, esperar y darse de bruces con los ucranianos.
Lewandowski bajó algún balón en las inmediaciones de la meta contraria, pero, como le ocurría a la mayoría de sus compañeros cuando levantaban la cabeza en posición de peligro, emergía un bosque de piernas delante para negar la mayor a cualquier ocasión. El banquillo visitante solo dio algo de variedad a su ataque con un cuádruple cambio en el segundo acto, cuando entraron Lamine Yamal, Joao Félix, Álex Balde y Pedri.
Yamal se convirtió en el comandante de esta batería de sustituciones. Un par de eslálones por la banda derecha provocaron los momentos de mayor tensión para la defensa del Shakhtar, que desesperó a Félix y hasta se atrevió a contabilizarle a Pedri algún envío como pase fallado. Entre todos, eso sí, convirtieron la inoperancia anterior en un sitio a la portería de Riznyk, que vio a sus zagueros hundidos casi exclusivamente durante los compases finales.
La cascada de intentonas del Barcelona no generó goles, pero sí tres peticiones de penalti, dos de ellas por manos. Un centro de Yamal que dio en el brazo de un defensa nada más salir de su pie, un despeje de Rakitsky que fue directo de su muslo a su extremidad y una caída de Joao Félix tras un leve contacto que, de todos modos, parecía haber ocurrido fuera del área fueron los motivos de queja de los españoles, que, en cualquier caso, son conscientes de que, esta vez, perdieron merecidamente.
Al Barça le bastaba el empate para clasificarse
La derrota en Alemania duele más de lo que ya escuece de por sí porque se da en un contexto en el que todo estaba de cara para que el Barcelona saliera de Hamburgo contento. Le bastaba con un empate para certificar su pase a los octavos de final de la Champions League. Solo quedaría en el tintero la conquista o pérdida de la primera plaza del grupo frente al Oporto, pero el club respiraría tras sus malas campañas europeas pasadas.
Con este nuevo escenario, no solo decepcionan los azulgranas, sino que sus verdugos del Shakhtar encuentran renovadas sus fuerzas en la búsqueda de la machada. Ahora, con 6 puntos Y 2 citas por delante, no es descartable un vuelco en la parte alta de la clasificación del grupo H si los de Xavi Hernández no superan el bache y los portugueses no evitan algún tropiezo. El resultado en el Volksparkstadion tiene más consecuencias que las que puede parecer en primera instancia.
En su próximo compromiso en lo continental, los de la Ciudad Condal tendrán que ganar para obtener su boleto a las eliminatorias o conformarse con las tablas siempre y cuando el Shakhtar, que se verá las caras con el Antwerp, pierda. El escenario es diametralmente opuesto al que los despachos de Montjuïc querían gestionar esta semana, llamada a dejar atrás el amargor de la victoria sin brillo en San Sebastián y la derrota en el 'Clásico'.
El entrenador 'culé', que venía viendo esta caída de su vestuario desde el encuentro ante la Real Sociedad, en cierto sentido, quizá pueda utilizar esta decepción como golpe para espolear la mentalidad de su plantilla. Los avisos de anteriores jornadas nunca se interiorizaron como desastres porque los resultados, con algunos resbalones de por medio, no terminaban de ser de pesadilla. Ahora, el casillero sí que recoge una debacle, un toque de fondo en el que el Barcelona querrá impulsarse para salir a flote.