El Liverpool perdió el liderato de la Premier League en su visita a Old Trafford por la jornada 32 del campeonato. Los de Jürgen Klopp merecieron sobradamente la victoria en su cara a cara con el Manchester United, que ni come ni deja comer. Siendo inferior, gozó de opciones de ganar el partido y las desperdició con un penalti de Wan-Bissaka en los minutos finales que impulsó el reparto de puntos. Se firmó por 2-2.
El resultado no solo es una mala noticia para la expedición de Anfield, sino que tampoco les sirve a los de Erik ten Hag. Su objetivo era vencer para olvidar el mal trago de la caída frente al Chelsea hace tan solo tres días y acercarse al Tottenham Hotspur, el último de los equipos que sostienen un boleto a Europa para la temporada que viene. Las posibilidades de rebasar a los de Ante Postecoglou ya eran mínimas. Ahora, son ínfimas.
De haber conseguido los tres puntos, la distancia se habría reducido a seis, lo que siempre implica una barrera psicológica más fácil de sortear. Si fue posible dar este paso adelante fue por un ejercicio de resistencia defensiva encomiable, por una nula capacidad 'red' de convertir sus oportunidades y por un error de bulto de Jarell Quansah. En una plantilla con varias bajas importantes, el joven dibujó una actuación notable y la empañó dando vida a los 'red devils' cuando el encuentro estaba de cara para los suyos.
Su equivocación se dio al poco de arrancar la segunda parte, cuando el Liverpool ganaba por la mínima y podría haber estado varias dianas por delante. El central quiso asociarse con Virgil van Dijk detrás de la línea de la medular, pero no se dio cuenta de que Bruno Fernandes esprintaba hacia su envío, demasiado corto. El luso resolvió con una picadita desde lejísimos que pilló desprevenido a Caoimhín Kelleher.
El gol supuso un mazazo enorme para los hombres de Jürgen Klopp, que no solo habían dominado, sino que habían dispuesto de varias oportunidades diáfanas para engordar su renta. Entre errores de Luis Díaz, Darwin Núñez o Mohamed Salah, que acertaban en todos los aspectos previos al disparo menos en el disparo en sí, y un André Onana salvador, los minutos fueron pasando con un 0-1 que era más una preocupación para la visita que un problema para los locales.
La apertura de la lata se dio en el 23', cuando un saque de esquina encontró prolongación en la cabeza de Darwin Núñez y definición en una volea aparatosa de Luis Díaz, que estuvo fino para decidir aunque se estaba cayendo hacia atrás. A estas alturas de la cita, todo iba a pedir de boca para los de Anfield. El Manchester United hacía agua atrás y no se había cumplido ni media hora cuando la primera consecuencia seria había aterrizado en el electrónico.
Con el correr del cronómetro, la diana se hizo cada vez más solitaria hasta el empate de Bruno Fernandes, al que siguió una genialidad de Kobbie Mainoo. Este chico de 18 años ya brilló en una victoria contra los Wolves a la que impuso su sello y esta fue su confirmación delante de sus aficionados. Recibió el balón de Wan-Bissaka a un lado del área de Kelleher y le batió, a la media vuelta, con un derechazo imparable al palo largo.
Si el Liverpool no hubiera conseguido reaccionar para cosechar al menos un punto, los titulares habrían sido para el canterano, una apuesta personal de Erik ten Hag. Este aspecto se presenta clave para llenar de confianza no solo a las nuevas tandas de talento del 'Teatro de los Sueños', sino a su técnico, que lleva un tiempo aguantando vilipendios y diatribas y al que hay que reconocer el tino de dar visibilidad a esta perla.
El caso es que un error del asistente del 2-1 facilitó que el 2-2 se instalara en el marcador en un curioso reflejo de cómo estos 'red devils' son tan capaces de lo mejor como de lo peor. En una internada de Harvey Eliott en la caja de André Onana, Wan-Bissaka se pasó de frenada al ir a rebañar la pelota de sus pies y, como su rival estuvo listo yéndose a un lado, se lo llevó por delante. Anthony Taylor señaló el punto fatídico al instante.
Mohamed Salah despachó la pena máxima con un golpeo de especialista, bajo y a su izquierda, con el guardameta vencido al otro lado, así que las postrimerías del encuentro abrazaron a un Liverpool volcado en el ataque y a un United que asumió una postura defensiva. La mejor prueba, las entradas de Sofyan Amrabat por Alejandro Garnacho y Mason Mount por Kobbie Mainoo. Y, en otra prueba de las contradicciones de Old Trafford, Antony dispuso de un mano a mano que tiró por la borda para ganar el partido, que se certificó con empate.