La Liga tiene muchas intrahistorias notables esta temporada. El Girona acumula la mayoría de las miradas, y lo hace justamente, por estar disputándole el liderato al Real Madrid. El Sevilla, el Villarreal u Osasuna gestionan una venida a menos que sorprende porque, hace no mucho, rondaban Europa. El Athletic tontea con acceder a la Champions League y el Valencia, que parecía un 'tapado' entre tanto que contar, dio un golpe sobre la mesa ganando justamente a los de Ernesto Valverde en la jornada 21 del campeonato.
Su victoria se produjo por 1-0. Era lo más lógico teniendo en cuenta la igualdad de la que fue testigo Mestalla, con dos propuestas bien diferenciadas. Los 'leones' se afanaron en controlar la posesión de la pelota y en beber de ella para generar sus oportunidades. Como de costumbre, sus intentos pasaban por Nico Williams. El problema era que esto era fácil de anticipar por la pizarra local, que ordenó atarle en corto. Foulquier se encargó de ello y fue de los mejores del conjunto anfitrión.
El extremo tan solo tuvo huecos para algún que otro chut raso que no supuso peligro real para Giorgi Mamardashvili. Ante este tapón, a los bilbaínos les habría venido de perlas que Gorka Guruzeta se dejara notar más, pero no lo hizo, así que tocó acudir a las chispas de genialidad de Oihan Sancet. Algún control a la media vuelta, un balón filtrado... Probó entre el ingenio y la intermitencia. El ámbar se impuso.
El Valencia permitió esta apuesta del Athletic de responsabilizarse, en cierto sentido, del peso del partido y, probablemente, dio más material al eterno debate: ¿quién juega mejor, el que maneja la pelota o el que crea las mejores ocasiones? Si la respuesta es lo segundo, los 'ches' merecieron su triunfo porque, a poco que conseguían que su plan de robo de pelota y ataque rápido funcionara, ponían a Unai Simón contra las cuerdas. Si es lo primero, a los visitantes les faltó capacidad de conversión.
Los de Rubén Baraja se mostraron bastante cómodos en la rutina descrita con un gran socavón entre medias de su actuación, la lesión de Sergi Canós. Antes de su dolencia, había sido uno de los más activos para acelerar las internadas de los suyos a la contra o después de hacerse con el esférico en tres cuartos de campo. Tras su contratiempo, el conjunto dio un paso atrás y tuvieron lugar las mejores oportunidades de los de Ernesto Valverde. Con el paso del tiempo, volvió la dinámica inicial.
Es en este contexto en el que se dio el gol de la victoria de Mestalla, un testarazo imponente de Hugo Duro a un centro de José Gayá. El delantero, poco antes, había desperdiciado un boleto para abrir la lata con más prontitud ante un pase raso que se perdió. Se reivindicó al aguantar la marca de Íñigo Lekue, que no terminó de estar fino, y suspenderse en el aire para torcer el tren superior hacia abajo y, como si de un martillo se tratara, picar el cuero. Hizo inútil la estirada con la que Unai Simón quiso contestarle. Era el minuto 61.
La satisfacción se hizo absoluta para los aficionados del Valencia, sabedores de que la propuesta de su entrenador era una arriesgada, dependiende de un blindaje defensivo que funcionó y que hizo de base ideal para cosechar el triunfo. La línea de atrás aguantó incluso cuando se rompió: Giorgi Mamardashvili también forma parte de ella y, con el luminoso en 1-0, lanzó una manopla providencial abajo, a su izquierda, para negarle el empate a Unai Gómez en un tiro raso y potente a palo cruzado.
La frustración es tan supina para el Athletic como la alegría para los 'ches' por un motivo contrapuesto: siempre es amargo gobernar la posesión y que esto no se traduzca no solo en los tres puntos, sino en ninguno. No por ello debe lamentarse demasiado el aficionado de San Mamés: ha de tener en cuenta que la actuación de su rival fue tan valedora de celebración como la suya y cualquiera de los dos equipos podría haber engordado su casillero.
De hecho, uno de los motivos que hace este partido especialmente estimulante para el vestuario de Rubén Baraja es haber conseguido anular a uno de los mejores clubes de la Liga en la actualidad. Los de Ernesto Valverde son candidatos firmes a participar en la próxima Champions League, ganaron al Atlético de Madrid en la primera vuelta y no permitieron que el Girona les rebasara. Vencerles es meritorio.