El Sevilla recupera su silla

Los refranes están para cambiarlos. La perdió en las últimas temporadas, pero ya sí se puede decir. El Sevilla recupera su silla. La que le permite sentarse en la pelea por retornar a Europa. El equipo de García Pimienta aplastó sin piedad al Real Valladolid por 0-4 en la jornada 24 de Primera División. El doblete de Juanlu Sánchez, la maravilla de Isaac Romero y la sentencia de Dodi Lukébakio significaron 31 puntos. Hasta nuevo aviso, el coeficiente continental concede la Champions League al 5º. Es decir, que el 8º jugaría Conference League. Y el escudo de Nervión se mete en faena.
Una imagen que choca con el drama que vive el José Zorrilla. A los chalecos amarillos de la grada de animación hay que sumar la tensión particular con Luis Pérez. Es más, el bando de Diego Cocca vio cómo su afición comenzó a abandonar sus butacas cuando el 'MVP' del partido anotó el segundo tanto de su cuenta particular. Una reacción tímida tras el descanso y deja de contar. Pulmonía es la que empieza a sufrir el proyecto blanquivioleta. Con 8 puntos de desventaja respecto a la permanencia y la sensación de que ya llueve sobre mojado porque es carne de Segunda División.
Todo se puso de cara para los visitantes demasiado pronto. Nada más empezar. Rubén Vargas levantó la cabeza, vio cómo el llegador Juanlu Sánchez rompió al espacio y le sirvió el balón por alto. El '26', dentro del área, se perfiló a su zurda, tuvo la suerte de que el disparo tocó en Antonio Candela y se coló en el fondo de las mallas. Sacó toda la euforia en la celebración junto al Ramón Sánchez-Pizjuán que improvisaron los 600 aficionados hispalenses desplazados a la casa del Pucela. Justo en el momento en el que se le pide a su equipo un paso al frente en busca de Europa.
A partir de aquí, la primera mitad se sumergió en un océano de pasotismo. Los locales apenas eran capaces de hilvanar combinaciones y asomarse a la puerta de Orjan Nyland. Karl Hein sacó una mano prodigiosa para amargarle el doblete al gran protagonista y, llegando al tiempo de descanso, Juanmi Latasa tuvo la más clara de los vestidos de violeta. Mario Martín levantó el centro a la cazuela y la referencia se hizo grande en la marca de Lucien Agoumé. Consiguió cabecear el esférico, pero se marchó a la valla publicitaria de un José Zorrilla que perdió la paciencia instantes después.
Y con razón. A la falta de competitividad del Real Valladolid se sumó la obra de arte de Isaac Romero. La que tanto necesitaba para alzar la voz en el ataque del Sevilla. Con la recuperación en presión, Juanlu Sánchez tocó de primeras para habilitar al '7'. Desde su casa, sacó la zurda con un golpeo inmaculado que reventó el polvo de la escuadra. El colmo a la tensión del ambiente y la guinda a una primera mitad de garantías en el plan hispalense. Con pinzas al ser frente al peor equipo de Primera División, pero cada vez enseña más síntomas de querer asomarse a una zona más alta.
En un exceso de pasión, el autor del 0-2 provocó un pequeño incidente en la grada visitante que, afortunadamente, no tuvo que lamentar heridos. Eso sí, Alberola Rojas le mostró la tarjeta amarilla antes de desfilar por el túnel de vestuarios. El paso por la pizarra sirvió para que Diego Cocca revolucionara su idea con un doble cambio en el intermedio. Darwin Machís y Selim Amallah saltaron a la palestra dejando a Adam Aznou y Florian Grillitsch en las duchas. Lo cierto es que el venezolano apretó el acelerador desde el principio con varios disparos lejanos que no tuvieron premio.
Alberola Rojas se vio comprometido con un amago de polémica que pudo revolucionar la contienda. Lejos de caer en los nervios, el 'trencilla' solucionó a la perfección una posible mano en su área de Adrià Pedrosa. La repetición demostró que el lateral izquierdo tocó el esférico con zona punible, pero después de impactar con la bota. Vino de rechace, sigan. Y tanto que continuó. En el mismo contragolpe, Dodi Lukébakio condujo hasta que encontró a Juanlu Sánchez. Disfrazado de goleador, esculpió una bella definición al palo corto de Karl Hein para trasladar el '3' a la derecha.
Dicho marcador provocó un vacío generalizado en el José Zorrilla. En todos los aspectos... y literalmente. Al jarro de agua congelada le acompañó la lluvia y la peor imagen que puede vivir un jugador en su campo: ver cómo su afición desfila hacia la salida con 20 minutos aún por disputar. La noticia comenzó a estar lejos del terreno de juego. Con cánticos como "¡directiva, dimisión!" o pidiendo la salida de Luis Pérez. Contexto difícil de revertir que explota cuando ves que al Real Valladolid le separan 8 puntos de la permanencia. Y el pulso del proyecto cada vez es más débil.
Con el fútbol esperando al pacto de armisticio, Dodi Lukébakio marcó el 0-4 sin piedad. García Pimienta le concedió la oportunidad desde el banquillo a Chidera Ejuke y Orjan Nyland le permitió un contragolpe en conducción desde campo propio. Sorteó metros hasta que se plantó en zona de influencia. Encontró el desmarque del belga por la izquierda y la punta del iceberg hispalense definió con un disparo seco, raso y cruzado para hundir aún más a Karl Hein. Prácticamente, el único pupilo que puede celebrar el aprobado en un balance global de la temporada. Más no puede hacer.
Ya con el 0-4, los minutos sobraron. Incluso Alberola Rojas tuvo que pensar "qué hago" cuando prolongó 180 segundos más. Bandera blanca en el aire, triple pitido final y melodía de viento en el José Zorrilla. Menos en el sector visitante, donde la alegría brilló con luz propia. Hay que pillar con pinzas la goleada, pero da la sensación de que el Sevilla recupera su silla. La que le sirve para acomodarse en la pelea por regresar a las competiciones europeas. Y más si el coeficiente UEFA le beneficia con la Conference League en la 8ª plaza. De aquí al final, van a pasar cosas en Nervión.