Como un amor de verano, fue mágico y debió ser eterno

Agosto va llegando a su fin y seguro que, en más de una costa con el sol como testigo que se marcha paulatinamente, dos personas se despiden sabiendo que fue tan mágico como efímero ese amor que, para ser de verano, debe ser, precisamente, tan mágico como efímero. En La Cerámica, no había solo dos personas, el sol hacía rato que se fue y no fue el calendario, sino el reglamento y Ortiz Arias, los que hicieron que alguna lágrima se escapara al saber que era el fin. De pena, sí, pero que, a su vez, dibujaba una sonrisa por lo bello de lo vivido, sobre todo, en los aficionados del Villarreal.
Los del Celta, obviamente, no tendrán tan buen recuerdo de un 4-3 que bien pudo tener cualquier otro signo, aunque siempre dentro de un guion bendito y loco, sobre todo, para el resto de los futboleros. Es muy difícil poder contar todo lo que se vivió en un partido que no debió terminar nunca. Del gol de Borja Iglesias parece que ya han pasado varias semanas, pero ese 0-1 fue el entrante de toda una comilona que tuvo platos para todos los gustos, aunque fuera a los amarillos a los que la digestión les diera un feliz reposo.
Algún que otro tostón que se puede vivir en estas primeras jornadas suele ir excusado de aquello de las temperaturas, el rodaje y decenas de argumentos que fueron derribados en dos horas por los de Marcelino y los de Giráldez. Querer es poder. Los dos quisieron y los dos pudieron (¡y hasta debieron!) llevarse el botín a base de no especular. De no esperar. De no mirar al reloj más que al balón. Esa es la receta, queridos 18 equipos restantes, para evitar cerosacero y ciertos bochornos no recomendables para la vista del público. Tome nota quien crea que deba hacerlo por el bien del espectáculo.
12 minutos tardó Borja Iglesias en abrir el marcador, aunque ya había dado tiempo a ver de qué iba a ir la noche en Vila-real. Diego Conde, que vivió una montaña rusa durante los más de 100 minutos que duró el choque, evitó el gol de Alfon con una demostración de reflejos tras un tiro desviado por el camino por Albiol. Kiko y Gerard respondieron con sendos remates desviados antes de que el 'Panda' hiciese el 0-1.
A los 12 minutos, Alfon, en un balón largo, se anticipó a Conde y se libró del portero al prolongar la pelota con la cabeza. Con menos ángulo del deseado, quiso marcar, pero Sergi Cardona salvó el gol bajo palos. Sin embargo, el rebote le fue a un Borja que, con la zurda y de primeras, remachó la pelota entre más de un rival para inaugurar el electrónico.
Lejos de venirse abajo el Villarreal, los locales reaccionaron de la mejor manera. El campo se volcó contra la portería de Iván Villar con varias intentonas de Gerard, algún balón suelto sin rematador en el área y mucha sensación de peligro en un equipo que acampó alrededor del área visitante. Álex Baena y Bailly aumentaron las advertencias antes del gol del empate. El propio Baena centró un balón al primer palo que peinó Gerard Moreno al segundo. Allí apareció Sergi Cardona para, mientras se tiraba al suelo, empujar la pelota a solo un metro de la línea de gol.
El empate podría haber invitado a un relax que ni se olió por La Cerámica. El Villarreal siguió con un dominio que había desconectado al rival, pero Óscar Mingueza encontró de nuevo el enchufe con un zapatazo de falta desde 25 metros que avivó la llama del partidazo que ya se había prendido. Con un derechazo seco, cruzó la pelota hasta el palo derecho de un Diego Conde que se estiró, pero no llegó a una pelota que dio en el palo y entró.
Otra vez tenía que remar a contracorriente el equipo de Marcelino. Y otra vez lo hizo. En solo 4 minutos, del 35' al 39', Pino casi encuentra a Danjuma con un pase de la muerte que salvó Jaílson; Cardona peinó un balón en el área que acabó con un disparo desviado de Comesaña; Baena remató un centro de Kiko Femenía a las manos de Iván VIllar; y el propio '16', de una falta muy parecida a la que clavó en la final de los Juegos Olímpicos, lo intentó con un disparo algo desviado por encima de la cruceta.
La reacción había sido más que suficiente para encontrar el 2-2. Pero la lógica del fútbol ya se sabe que ni está ni se le espera. Y por eso el Celta rozó el gol antes del descanso. Alfon se fue de Bailly con un caño algo afortunado y sentó a Diego Conde con un regate que le dejó sin portero para marcar. Sin embargo, Albiol apareció para, bajo palos, mandar a córner un balón que llegó a tocar en el poste tras su despeje con la pierna de apoyo.
Pero al primer tiempo le faltaba una guinda que no llegó en forma de gol, pero sí de otro balón al palo. Yéremy Pino, de cabeza, mandó al vertical un centro dibujado de un Baena que aún no sabemos cuándo descansará y que ojalá que sea tarde y poco, aunque su salud requiera lo contrario. Y así, con el subidón de un primer tiempo de ensueño, llegó el descanso.
Marcelino metió a Ayoze por Gerard Moreno en el descanso, pero serían los cambios que hizo antes de la hora de partido los que revolucionasen la segunda mitad. No es extraño ver segundos actos mucho más calmados después de unos 45 minutos tan locos. Y parecía que sería así, pero rápido reapareció el vertiginoso ritmo tras la reanudación.
Thierno Barry y Nicolas Pépé entraron y tardaron poco en agitar un árbol del que cayó el fruto de la remontada. El ex delantero del Basilea, en el primer balón que tuvo, marcó el 2-2 a los 60 minutos. En la frontal del área chica, cruzó con éxito un centro de Sergi Cardona que igualó el encuentro. 5 minutos pasaron hasta el 3-2, tiempo suficiente para que Borja Iglesias y Bamba rozasen el gol para el Celta en una doble ocasión; para que Baena buscase una escuadra que se quedó muy lejos; y para que Ayoze, en una potente internada de Barry, rematase a cualquier lugar menos a la portería.
Si Thierno protagonizó el empate, de Pépé fue el mérito del gol que le daba la vuelta al resultado. Se fue de Bamba por la derecha, se internó en el área y, con caño incluido, puso un pase de la muerte que iba para Ayoze. Jaílson, en el intento de despejar, mandó la pelota al fondo de su propia portería. Parecía la locura máxima. Y todavía quedaba todo un mundo...
Iván Villar evitó el 4-2 con una parada con la yema de los dedos a Pépé, que no vio o no quiso ver a un Barry mejor colocado en el área. Fue este el que tuvo la siguiente ocasión al rematar por encima del larguero al anticiparse al guardameta en un centro. Así se fue acercando el partido a los últimos 10 minutos, que, en realidad, serían 20.
Poco después de la pausa para la hidratación, la cabeza de Starfelt echó más leña a un fuego que ya se había convertido en una imparable y hermosa hoguera donde ardían conservadores, amarrateguis y unoceristas. La testa del sueco mandó a la red un centro de un Mingueza que, por segunda jornada seguida, sumó gol y asistencia. Era el 3-3, un marcador que ya saciaba hasta al más glotón del balón.
Pero fue entonces cuando la realidad superó a la ficción. ¿Cómo se podía poner la guinda a un espectáculo así? ¿Quizás con dos manos a mano salvado por un portero al mismo atacante? ¿Con un balón al palo? ¿Con un penalti de VAR que se fallase y cuyo rebote se convirtiera en el gol de la victoria en el último suspiro? ¡Dicho y hecho!
Douvikas, en el 90', cruzó un remate que repelió la madera. Y en el 94', Swedberg, un jugador casado con el gol, se topó con Diego Conde en dos clarísimas oportunidades y después de una primera menos clara que también sacó el portero. La mano derecha del meta local evitó el gol en un remate a bocajarro y, segundos después, el sueco se quedó solo ante un Conde cuyo pie impidió el 3-4.
Y ya en el 100', se acabó el amor con el mejor, más triste y más recordado de los besos. Fue el que Parejo protagonizó con un 4-3 que nació de un inocente agarrón de Hugo Álvarez a Barry cuando este estaba fuera del área. El problema es que el pantalón seguía sujeto, con el celeste en el suelo, cuando el delantero amarillo ya pisó la zona prohibida. El VAR avisó a Ortiz Arias de una pena máxima que Iván Villar detuvo a Parejo, pero que acabó en el gol del triunfo tras un remate con la zurda que puso final a una noche mágica y que debió ser eterna.