Hablar con Ángel Cuéllar (Villafranca de los Barros, Badajoz) no es como hacerlo con uno de los clásicos gurús del fútbol de la actualidad. Su sencillez te conquista desde la primera frase y enseguida huye de las frases embaucadoras que tan de moda se han puesto en los últimos años en el mundo del balompié.
Afirma no tener ningún referente como técnico, pese a que le han dirigido varios de los entrenadores más importantes de la historia del fútbol español, aunque le delata su admiración por Johan Cruyff, con el que coincidió apenas una temporada en Barcelona.
"Futbolísticamente, el punto de inflexión en mi carrera está en Johan Cruyff. El fútbol anterior era muy básico, había muchos equipos con 4-4-2 y mentalidad defensiva y de contragolpe... y a partir de llegar él cambia la cosa", comienza.
Tranquilo, como es desde que colgó las botas, asegura que todo lo vivido como futbolista le ha enseñado más lo que no quiere ser como entrenador que otra cosa.
"A nivel humano, no tengo una referencia clara como entrenador. Reconozco mucho más las cosas que no me han gustado que lo que han hecho", profundiza, al tiempo que regresa a los métodos de Cruyff, que compara con los de su ex compañero Pep Guardiola: "Le ha dado un punto más en el aspecto defensivo, porque es verdad que Johan tenía muchas carencias en ese plano".
Aunque su estancia en el Barcelona no fue larga, queda claro que el equipo azulgrana le marcó, como a muchos otros que estuvieron a las órdenes del técnico 'oranje'. "Su fútbol fue algo muy visionario, aunque venía de la Holanda de los 70 y los 80. Pero para nosotros era muy novedoso y un impacto, de ahí que muchos nos hayamos convertido en entrenadores después".
De Serra Ferrer a Cruyff
Pero para llegar al Camp Nou, Cuéllar aún tuvo que curtirse en el Betis, donde ascendió al primer equipo en un momento regular y tuvo que crecer paso a paso hasta convertirse en uno de los futbolistas más prometedores de los años 90: "Pasé de jugar con chicos de mi edad e incluso mayores que yo a debutar con 17 años en Primera División y aquella no era la mejor etapa del Betis. Un chaval de esa edad necesita más estar arropado que tirar del carro y al final terminamos descendiendo".
Su estancia en Segunda se prolongó más de lo esperado, aunque le sirvió para convertirse en un hombre importante del conjunto bético. "Me fui asentando y tuve bastante presencia hasta que llegó ese ascenso con Serra Ferrer. El equipo estaba dando tumbos a nivel insitucional y nos juntamos una quinta que después sería muy importante y se consiguió ascender".
De vuelta a Primera, el Betis mantuvo la inercia que llevaba con Serra Ferrer y supo convertirse en un equipo tremendamente difícil de batir. De costarle subir a la máxima categoría, el equipo verdiblanco pasó a ser uno de los equipos de moda en Primera.
Brillaban en aquel equipo Jaro, Stosic, Roberto Ríos, Aquino, Cañas... y Cuéllar. "Éramos un equipo muy difícil de hacer gol. Particularmente, para mí fue un año muy bueno. En el primer partido en Primera tras volver hice un 'hat trick' y todo fue a la perfección".
Así que le llegó la oportunidad de irse al Barcelona. Cruyff quedó prendado de su fútbol y se decidió a ficharle, aunque una inoportuna lesión lo truncó todo sólo unos meses después.
"En la distancia recuerdo haber tenido la gran suerte de haber estado en el Barcelona. La carrera de uno puede haber sido mejor, peor o no haber sido. Hay gente muy buena que no tuvo la suerte de estar dos años en el Barça", rememora, antes de reconocer que se equivocó al decidir marcharse.
"Me condicionó la lesión grave del primer año y luego no tuve suerte con el entrenador que vino. Dejar el Barcelona pudo ser un error, ahora lo veo y no es algo que hubiera tenido que decidir yo. Van Gaal no me dijo que no me quería y si un club como el Barça no te dice que no te quiere no debes tomar la decisión de irte", reflexiona.
Los mejores años
La decisión de regresar al Betis no terminó de ser todo lo buena que esperaba y no fue hasta la última fase de su carrera cuando pudo recuperar el placer por el fútbol. "Volví con toda la ilusión del mundo al Betis y hubo momentos buenos, pero mis últimos años fueron los más maduros, en los que estuve físicamente en el mejor momento y pude disfrutar del vestuario".
Pese a haber estado en el Barcelona de Cruyff o en un muy buen Betis, Cuéllar reconoce que una de las mejores etapas la vivió al jugar en Galicia en Segunda B y Tercera: "Estar en Lugo y Narón fue una de las mejores experiencias de mi vida. No conocía ese tipo de fútbol, de gente que iba a trabajar y luego entrenaba con esa ilusión y esas ganas de competir".
Aquellas últimas experiencias, aunque positivas, no fueron las que le empujaron a ser el entrenador que es hoy. "Cuando un jugador deja de jugar no es consciente del golpe que le acaba de entrar y no despierta hasta que pasa un tiempo. Uno tiene que encontrar pequeñas motivaciones y por ahí va saliendo lo de entrenar", analiza: "Yo no tuve esa reacción fulminante de decir... me retiro y quiero ser entrenador".
Tal vez por las similitudes, también ve reflejada en las dos semanas en las que recientemente ha estado a cargo del Equipo de Sesiones AFE esa ilusión por competir que ya sintió de cerca en Segunda B y Tercera como jugador. "He estado en muchas concentraciones, 'stages'... pero por todas las connotaciones que tiene, este tiempo con la AFE ha sido especial".
"Es una experiencia única, de las concentraciones más impactantes a nivel humano que he tenido nunca", asegura, al tiempo que, entre partido y partido como analista en 'GOL' y 'BeINSports', ya espera nuevas aventuras en los banquillos junto a su inseparable Alberto Rodríguez. Es lo que pasa cuando el fútbol te atrapa como ya hace tres décadas lo hizo con este pacense con alma de sevillano.