Normalmente, ser hijo de un jugadorazo te granjea unos privilegios que otros chavales no tienen. Gozas de acceso a numerosas pruebas y se presupone que tienes una calidad por encima de la media porque lo llevas en los genes.
Es lo que le sucedió a nuestro protagonista, el centrocampista Diego Poyet. A sus 22 años, el hispanouruguayo tuvo numerosas oportunidades de brillar en el fútbol inglés, pero no convenció y tuvo que buscarse una salida fuera.
Tras pasar un tiempo cedido en Godoy Cruz, con quien incluso jugó la Copa Libertadores, el hijo de Poyet, un crack en su día como jugador de Zaragoza y Chelsea, seguirá buscando un hueco en esto del fútbol en el Paphos de la Liga de Chipre.
En su día, probó en Charlton, West Ham, Huddersfield y MK Dons. Llega libre al modestísimo equipo de la competición chipriota.