Neymar se había ido, no llegaban fichajes y el Real Madrid acababa de superarles en la Supercopa como hacía tiempo no se veía. El Barcelona era un drama a finales de agosto, un equipo a merced de su máximo rival, un equipo pletórico que seguía haciendo historia en este inolvidable 2017.
Tres meses después, la foto es bien distinta. El Real Madrid está en la lona tras el último derechazo de un Barcelona que ha encontrado el secreto de la regularidad de manos de Valverde. El técnico extremeño recogió las cenizas del verano y construyó un equipo. Un grupo de jugadores que sabe que trabaja por y para Messi. Y el argentino se ha encargado de hacer el resto en el año de su Mundial.
El Real Madrid ha perdido fuelle, hambre y efectivos por el camino. La apuesta por los jóvenes no ha encontrado continuidad en Zidane, que a la hora de la verdad se ha mostrado temeroso. Temeroso de dar minutos a Ceballos o Llorente, de aceptar el relevo natural que habían merecido Isco o Asensio, de sentar a Benzema... A la larga, las lesiones le han hecho un favor durante todo este tiempo. Le han facilitado decisiones que a veces teme tomar. Como en el 'Clásico', donde le pudo el miedo al virtuosismo. El guarecerse antes que salir a por todas.
Mientras el Barcelona ha encontrado una idea clara, el Madrid sigue buscando soluciones. Sólo tres meses después de que los blancos les aplastaran en la Supercopa. La foto ha cambiado y el 2018 se ha coloreado bastante de azulgrana. Pero claro, en tres meses todo puede volver a cambiar... así es el fútbol.