Benzema nunca había sido un líder para el Real Madrid. Sí más de actuar como actor secundario que como el protagonista de la obra, tapado por la 'bestia' Cristiano, al que apuntaba siempre la luz de los focos.
Sin embargo, con la marcha del 'crack' portugués a la Juventus, el francés se ofreció para tomar la responsabilidad ofensiva del equipo, consciente de que todos esperaban que diera un paso adelante.
Y lo hizo. Tras una década en el Real Madrid, diez años en los que ha sido muy cuestionado más por vivir de geniales toques y asistencias que por un ser un 'killer' y por ese carácter algo pasivo, Benzema ha tomado otro rol.
Con la llegada de Solari al banquillo tras la destitución de Lopetegui y la crisis instalada en Chamartín, el '9' dio la cara por el nuevo técnico cuando este le necesitaba e intentó echarse el equipo a la espalda para salir de aquella delicada situación.
Y el madridismo lo ha valorado a pesar de que los blancos buscan un '9'. Buena prueba de ello es que el Bernabéu le dio una de las mayores ovaciones desde que defiende la camiseta blanca y de eso hace diez temporadas.
La afición blanca, siempre tan exigente, no se la dio ni por un gol ni por una genial asistencia, sino por una carrera y por recuperar un balón perdido por él mismo. Por su esfuerzo y sus ganas.
Frente al Valencia, Benzema se puso el mono de trabajo. La tónica habitual de esta temporada producto de ese cambio sufrido por el galo, que tiró del carro y apretó a sus compañeros cuando hubo que correr y defender.
Comprometido, esforzándose desde el pitido inicial al final, avisó con una volea en los primeros minutos y asistió a Lucas Vázquez en el 83'.