Había demasiada presión y quizá un exceso de confianza. Encarar un partido con un colista que no había puntuado y, además, hacerlo en casa, relajó demasiado al conjunto de Gattuso, sobre todo después de que se adelantara en el minuto 20.
Gracias a un genial taconazo de Higuaín, Cutrone puso el 1-0 en el luminoso, pero el gol fue más castigo que premio, ya que el peor Milan se vio a partir de la primera media hora y Stolz lo aprovechó con una volea potentísima desde dentro del área para colocar el empate.
Camino al vestuario, los jugadores locales escucharon unos primeros pitos que se intensificaron aún más cuando Turpel, sólo cuatro minutos después del descanso, adelantó al equipo luxemburgués, llevando la tensión a San Siro.
El publico comenzó a apretar y Gattuso, desde la banda, también. El equipo se vino arriba y, de la mano de la suerte, comenzaron a llegar los goles. Stélvio, en propia puerta, empató el encuentro y ahí murió el partido.
Calhanoglu, Schnell en propia puerta y Borini, que entró al terreno de juego en el 80' y marcó en el 81', le dieron la felicidad a un Milan que dependerá de sí mismo para llegar a la siguiente ronda. Ganar y empatar le valdrá y sólo quedaría fuera en caso de perder por más de dos goles de diferencia contra el Olympiacos.