Albert Riera es un ejemplo de superación. El técnico español afrontó el difícil reto de dirigir al Olimpia Ljubljana, de la Liga Eslovena, en una categoría y un país que desconocía prácticamente al completo. Los ultras, con la noticia de su incorporación, se indignaron porque no estaban de acuerdo con la salida de su antecesor y le expulsaron de la sala de prensa en la que tuvo lugar su presentación. Dos meses después, todo ha cambiado.
Los suyos son líderes con ocho victorias en ocho partidos. De hecho, en lo que va de temporada, tan solo perdieron un encuentro de fase previa de la Conference League. El estratega, que desea dirigir, en el futuro, a algún plantel de su nación, explicó en el diario 'Marca' cómo ha conseguido darle la vuelta a la tortilla.
"Los jugadores creen en lo que les transmito. Mi idea ha encajado bien porque toda la plantilla confía en nuestro juego, tanto titulares como suplentes. De hecho, en las ocho jornadas de liga que llevamos, aún no he repetido ni el mismo once ni la misma formación. Toda la plantilla entiende que hay muchas formas de jugar y lo ejecuta a la perfección. Ganar es importante, claro, pero el cómo también lo es", afirmó.
"Con ocho victorias en ocho partidos, parece que ya vamos a ganar la liga, pero también podemos tener la misma racha a la inversa. Al jugar tantos partidos, las dinámicas cambian muy rápido. Nosotros solo miramos el partido a partido. Fue una situación que no estaba relacionada directamente conmigo: protestaron por la salida de Prosinecki, no por mi llegada", agregó.
"Después del altercado, puse unas reglas que me aceptaron en el club. No quiero interferencias, cada uno tiene sus responsabilidades, pero, en el terreno de juego, las decisiones las tomo yo. Se necesita tranquilidad para entrenar. No ha vuelto a ocurrir nada igual; de hecho, cada vez vienen más aficionados a apoyarnos", dijo además.
"Cuanto antes entrene en España, mejor. Eso significaría que he hecho un gran trabajo con el Olimpia, pero tengo claro que quiero estar preparado para ello y entrenar en Eslovenia me ayuda a la formación. Cuando comencé a ser entrenador, tenía claro que, algún día, me encantaría dirigir a uno de los equipos en los que he jugado; les tengo un cariño especial. No sé cuándo se dará la oportunidad", reconoció sobre su futuro.