El delantero senegalés del Oviedo está disfrutando nuevamente de fútbol. Y es que tras dos malas experiencias en Reims y Cluj, el ariete parece haber recuperado su mejor versión.
Baldé suma un total de siete goles este curso y de su buen rendimiento en este tramo final dependerán las opciones de ascenso de su equipo, que se aferra a un jugador cuyo pasado es de auténtica película.
Y es que Ibrahima no tuvo nada fácil cumplir su sueño de ser futbolista y a los 16 años todavía sufría por las calles de Dakar en busca de hacer realidad aquel deseo de ser una estrella del balompié.
Siempre imaginó emular a jugadores como Ibrahimovic, su gran ídolo, pero tras mucho tiempo su oportunidad llegó desde un sitio inesperado: Argentina.
Con nada que perder, Baldé cogió 100 euros y viajó hasta el país sudamericano para probar fortuna. Tras unos momentos iniciales de gran dificultad, en los que pasó un mes esperando a la persona que le había ofrecido aquella oportunidad, el jugador comenzó su carrera en el mundo del fútbol.
Lo hizo en Vélez Sarsfield, club en el que sufrió mucho debido a sus problemas con los papeles y el idioma. Sus actuaciones en el reserva pronto llamaron la atención de un Atlético de Madrid que se fijó en él y no dudo en contratarle.
Tras su llegada al Manzanares, las cosas fueron rodadas para un Baldé que, pese a no triunfar de rojiblanco, si que lo hizo en las filas del Kuban Krasnodar entre los años 2012 y 2016.
Ahora, lejos del frío ruso, vuelve a brillar y a sonreír a sus 30 años en busca del sueño de volver a esa Primera División que ya saboreó hace un tiempo.