Este Cádiz tiene que empezar a espabilar para no complicarse más la vida si cabe en Primera. El cuadro gaditano, penúltimo en la tabla clasificatoria, volvió a quedarse sin ganar y ya van ocho partidos consecutivos.
Siempre es positivo no empezar perdiendo con un entrenador nuevo, pero es que el tiempo apremia. El técnico trata de ir adaptando a sus jugadores a su estilo y en la segunda parte se vio parte de lo que quiere el catalán.
La primera mitad fue para olvidar, pero las cosas cambiaron en el siguiente acto y los andaluces estuvieron cerca incluso de ganar. Pero RDT, que estaba desaparecido, apareció en el área y borró la ilusión de la afición cadista.
No hay más dolor que quedarse a las puertas de ganar y más cuando necesitas la victoria como el comer. Pero esto es fútbol y las cosas son así, algo que deben aprender los de Sergio González para lo que viene.
Y también tienen que conceder menos en defensa. A los diez minutos, Darder levantó la cabeza y vio un hueco más que preciso entre una maraña de rivales para asistir a Morlanes, que hizo el 0-1 con toda la facilidad del mundo.
El Cádiz no había entrado al partido y se esperaba mucho de un equipo que quería acabar con una racha de siete encuentros seguidos sin ganar. El Espanyol estuvo cerca de aprovecharlo, pero no acertó en las ocasiones que tuvo.
El descanso le vino como anillo al dedo a los gaditanos, que espabilaron de una vez. La presión era bastante alta y en una jugada sin aparente peligro llegó el gol. Negredo, en el 55', encontró un regalo de un rival y con la puntera firmó el 1-1.
Ese tanto le dio una mayor confianza al 'Tiburón de Vallecas', que se mostró más activo que nunca. De hecho, el delantero marcó hasta en dos ocasiones, pero le anularon ambos tantos. El primero, en el 76', tras tocar el balón con la mano en el control previo y luego, ya en el 80', por una falta previa de Sobrino en un salto con Diego López.
La decisión cayó como un jarro de agua fría en la parroquia cadista, pero Alejo, en el 91', aprovechó un saque de banda de Negredo y desató el delirio en la grada. El triunfo estaba más cerca que nunca, pero entonces apareció De Tomás.
La gran figura del Espanyol, que no había hecho nada destacable en los 90 minutos, entró a escena en el 95' y remató a placer un gran pase de Darder en otra jugada de saque de banda. El madrileño rompió en mil pedazos el corazón de un rival al que le sirve de poco el punto.