Cuando Antoine Griezmann confirmó su marcha del Atlético de Madrid, hasta el más perdido de los mortales intuyó que su destino sería el Barcelona. Hace una temporada ya pudo vestir de azulgrana, pero finalmente -y con un documental por medio- decidió permanecer en el conjunto rojiblanco.
Un año después, Griezmann dijo adiós. Lo dijo de nuevo en un vídeo, aunque mucho menos mediático que 'La Decisión'. Aquel 'show' que el galo montó no sentó nada bien en el vestuario barcelonista, que ya habría informado a la directiva que no quiere a Griezmann en la plantilla. No después del portazo de 2018.
Para entender el cambio de opinión entre los jugadores solo hace falta comparar lo que Messi afirmó el 21 de mayo de 2018 con lo que espetó este viernes, en su comparecencia previa a la final de Copa. Hace poco más de 365 días, señaló: "Es obvio que me gusta Griezmann, es uno de los mejores. No sé si hay algo, pero nosotros estamos encantados de que vengan los mejores y Griezmann lo es".
Pues bien, con gesto serio y respuesta escueta, el '10' del Barcelona no quiso entrar a valorar un posible fichaje de Griezmann. "No opino", se limitó a contestar a los medios, consciente de todo el revuelo que podría formarse si de nuevo le abre la puerta al 'crack' francés, cuyo futuro es absolutamente incierto.
"Para volver a ganar la Champions tenemos que tener a los mejores, y Griezmann lo es", indicó hace apenas un año. Después llegó el "no" al Barça, el documental, su declaración de amor por el Atleti y su marcha, ya confirmada, del cuadro rojiblanco. Messi perdona, pero no olvida.