"Vengo de una familia de campesinos. Mi padre era agricultor; yo, también. En Gómara, mi pueblo de Soria, no ha habido nunca un equipo de fútbol", reconoció el técnico en una entrevista para 'El Periódico'.
En este sentido, el ahora entrenador del Girona quiso enfatizar: "Cuando construyeron el nuevo colegio hicieron una pista de cemento pulido, toda pintada, que nos parecía la leche. Jugábamos allí cuando nos dejaban los mayores. Si faltaba alguien, me decían de jugar con ellos"
Una vez establecidos en la capital, Machín recuerda con nostalgia cómo un amigo le ayudó a entrar en el Numancia cuando era cadete, tras superar unas pruebas con los juveniles.
Dejó el fútbol por una grave lesión de rodilla y, durante la prestación social con la que evitó la mili, se sacó el título de entrenador para ponerse a las órdenes de Lotina como preparador de porteros.
Sin embargo, con la carrera de Magisterio y Educación Física bajo el brazo, Machín reconoce que no confíaba en su futuro en los banquillos: "Siempre he sido coherente y veía que no viviría de ser entrenador, sino de maestro. Sólo el 0,05% de los entrenadores lo consigue".
Aún así, el entrenador de Gómara probó suerte: "Ascendí al Juvenil a Liga Nacional, mantuvimos la categoría y me dieron el filial de Tercera. Al acabar la temporada, me devuelven al Juvenil. Me dicen, entre otras cosas chorras, que la clasificación no había sido buena, que en lugar de octavos habíamos quedado duodécimos. Volví al Juvenil, volvimos a ascender y me volvieron a dar el filial".
Mientras tanto, Pablo Machín compaginaba sus labores en el filial con las de entrenador de porteros del primer equipo, hasta que fue nombrado segundo entrenador de Gonzalo Arconada: "Otra experiencia que he compartido con el equipo del Girona: no me di cuenta de la importancia de subir a Primera. No lo disfruté como debería haber disfrutado. Les dije: 'Disfrutadlo porque igual no se repite en la vida".
De ganarle al Barcelona de Guardiola a pasar del paro al Girona: "Llegué con una mano delante y otra detrás. Ahora estamos a años luz de lo que me encontré. Parece mentira que el fútbol pueda cambiar tan rápido. Hay guion para escribir una película de suspense y que nos den un Goya. Y que luego la lleven a los Oscar, y si allí los americanos entienden algo igual también nos lo dan".
Asimismo, Machín reconoció que la llamada de Alsina era una oportunidad envenenada: "Tras dos derrotas consecutivas, ante el Alcorcón era el ser o no ser. Ganamos. Estaba contento, pero estaba solo. No conocía a nadie. Pensé en celebrarlo de alguna manera. Iba por el centro, vi que en el cine proyectaban ‘Ocho apellidos vascos’ y entré. Solo estábamos dos personas en la sala. Así celebré mi primer triunfo con el Girona".
Aunque salvó al Girona del descenso, el técnico subrayó los problemas económicos del club: "Estábamos en una ley concursal. No me podían pagar mucho. Me costeaban la casa, la luz, internet, el parking y tenía un pequeñito sueldo para vivir. No tuve ni prima por mantenernos en Segunda".
A pesar de no cobrar a tiempo, Machín subrayó cómo fue convenciendo a sus jugadores para lograr los objetivos, pasando de soñar con la permanencia a rozar el ascenso a la máxima categoría.
Sin embargo, el destino quiso que el Girona sufriese dos promociones frustradas antes de alcanzar la Primera División el pasado mes de junio, donde visita el Camp Nou estando más cerca los puestos de Europa que los de descenso.