Salvo giro drástico de los acontecimientos en la Champions League, el Barcelona cerrará una temporada en blanco por primera vez desde hace más de una década. Incluso el 'Tata' Martino ganó una Supercopa que se les escapó a los azulgranas en esta 2019-20 por el extraño formato de esta nueva edición en Arabia Saudí, que terminó llevándose el Real Madrid
Hay muchos motivos para explicar la debacle de los 'culés', pero uno sobresale por encima de los demás: la excesiva dependencia que el equipo ha tenido de Leo Messi. El argentino ha ido cobrando más importancia en los esquemas de sus técnicos a cada temporada que ha ido pasando desde el último triplete del Barcelona. Lo suyo ha sido como cuando a una empresa se le va un trabajador. Suele suceder que los pilares de la misma soportan más peso. Aunque lo suficientemente ancha para aguantar críticas y detractores, su espalda ya no tolera más peso.
No es lo mismo sin Ney
Atendiendo a los números, pero no a los más básicos (goles+asistencias), la salida de Neymar ha sido un palo que el Barcelona aún no ha superado. Y no, no hablamos de sus tantos o pases de gol, que también, sino de una importancia capital en el juego ofensivo azulgrana. No todo es marcar o regalar un gol, a veces la sola presencia de un jugador como el brasileño ayuda a desequilibrar un partido cerrado.
En la recién finalizada temporada 2019-20 (a falta de la Champions League), Leo ha liderado el ataque azulgrana en toda su expresión. En datos de 'ProFootballDB', ha sido el que más goles ha hecho, el que más asistencias ha dado, el que más y mejor ha regateado, el que más centros ha puesto con éxito, el que más duelos se ha llevado, el que más pases clave ha dado, el que más faltas ha recibido... y sí, también ha sido el que más balones ha recuperado en campo contrario.
Una dependencia desmesurada sonrojante en comparación a las cifras de la temporada 2015-16, campaña en la que, pese a no revalidar el triplete de la 2014-15, el Barcelona sí que ganó tanto la Liga como la Copa.
Entre Messi, Suárez y Neymar se repartían el peso ofensivo del equipo. Si un partido uno tenía el día más flojo, los otros tiraban del carro. Y viceversa. De estos nueve apartados estadísticos, Leo solo lideraba dos. Luis Suárez fue el que mejor media goleadora tuvo (1,12 por partido) y Neymar encabezó seis: el de regates con éxito, el de centros con éxito, el de duelos ofensivos ganados, el de pases clave, el de faltas recibidas y el de recuperaciones en campo contrario. Messi, por su parte, era el mejor en el plano de las asistencias y el que más tiraba a portería, en tanto que estaba cerca del brasileño en prácticamente todas las otras estadísticas clave.
Lo mismo sucedió en la campaña 2016-17, en la que Messi cogió más responsabilidad en el apartado goleador y en el de las recuperaciones en campo contrario y siguió liderando en tiros a portería. Neymar encabezó los otros siete apartados y ya se observó un claro retroceso de Luis Suárez, quien a pesar de todo continuó estando a la altura de los otros dos monstruos.
Leo da un paso adelante
El primer gran paso adelante lo tuvo que dar Messi en la temporada 2017-18, ya sin Neymar en el equipo. Con Dembélé 'k.o.' durante prácticamente toda la campaña, tanto Leo como Suárez tuvieron que asumir más responsabilidades. En enero llegó Coutinho y la fría estadística no miente: el brasileño estuvo bastante bien. Su fatal desenlace en el Camp Nou no llegó por sus primeros meses y sí por su fría segunda temporada, en la que no estuvo a la altura prácticamente en ningún momento.
De vuelta a esa 2017-18, Leo tuvo que coger el peso del ataque azulgrana de manera firme. De las nueve estadísticas clave en ataque, el argentino lideró seis, mientras que Suárez fue el que más veces centró con éxito y Coutinho encabezó al tridente azulgrana en asistencias por partido (0,38) y en recuperaciones en campo contrario (2,46). Dentro de lo poco que jugó, Dembélé dejó ver su enorme clase y estuvo a gran altura en dos estadísticas fundamentales, la de pases clave y la de las asistencias.
Ya en la 2018-19, con un Coutinho que dimitió antes de tiempo, Dembélé fue el tercer miembro de un tridente que siguió envejeciendo y acumulando cada vez más galones. Con el francés ha habido una máxima clara. Mientras ha jugado, su rendimiento ha sido bueno. A diferencia de Coutinho, que fue tremendamente irregular, fundamentalmente en la segunda campaña, el galo siempre actuó a gran nivel, pero no tuvo continuidad por las dichosas lesiones.
Con todo, la dependencia de Leo siguió siendo evidente. Ocho de las estadísticas las dominó el de Rosario. Fue el mejor en goles por partido, en asistencias, en regates, en duelos ofensivos ganados, en pases clave, en faltas sufridas y en recuperaciones en campo contrario. Ousmane fue el que mejores centros puso y Suárez, de nuevo, continuó con buenos números, aunque alejados de los de los otros puntas.
La decepción de Griezmann
Se esperaba que, con la llegada de Griezmann, el galo liberara un poco de responsabilidades ofensivas a Messi. Pero las cosas no han podido ir peor para los azulgranas. El francés no solo se ha instalado en la mediocridad, es que ha estado por debajo de Suárez en todas las estadísticas a excepción de las recuperaciones en campo contrario.
Además, la diferencia entre Messi y el resto ha sido evidente. Leo ha regateado cinco veces más que sus compañeros de ataque (5,67 veces por partido por 1,58 de Suárez y 0,59 de Griezmann), ha ganado siete veces más de duelos ofensivos que el francés y ha dado más del doble de pases clave. Unos números que dejan sin defensa a quienes argumentan que Griezmann ha firmado una temporada notable con sus 15 goles y cuatro asistencias.
La realidad dice que Leo se ha tenido que duplicar y a veces hasta triplicar para cubrir el hueco que no han llenado sus acompañantes en el ataque del Barcelona. Así, lo normal es que haya llegado tan sumamente cansado al final de la temporada, en el que el Barcelona no ha plantado cara en Liga y ahora suspira por un milagro que le permita pelear la Champions League con otros clubes mucho más en forma.