La Copa Libertadores aterrizó de nuevo en Barranquilla y le asestó un tempranero, pero necesario golpe de realidad. Desde el primer partido, el 'Profe' Suárez y los suyos se dieron cuenta de que, a diferencia quizás con la Copa Sudamericana, el máximo torneo continental se lo toma muy en serio desde el minuto uno.
Por suerte o por desgracia, Palmeiras fue el primer rival del 'Tiburón' que, armado con la sabiduría de un recién salido de la academia como es Luiz Felipe Scolari, conformó dos líneas de cuatro que fueron inexpugnables para Junior durante los 90 minutos.
El guion le vino que ni pintado al 'Verdao'. Se adelantó en el minuto 11 con gol de Scarpa y, a partir de entonces, se dedicó a cumplir a rajatabla con las premisas tácticas de su entrenador.
A pesar de que el cuadro visitante empezó enseñando los dientes, una vez sumó el primero al luminoso, se retiró a sus aposentos y comenzó el baile de Felipe Melo.
Junior, tras unos primeros compases de aturdimiento, se quitó el delantal y se lanzó el ataque. Un bulto verde, otro, otro... imposible triangular en la prisión de Scolari, que separó a 'Matigol' y a Díaz de Teo, y este terminó por perder los papeles.
A pesar de la mordiente ofensiva local, tampoco fue el mejor partido de Junior en el Metropolitano y la segunda parte pasará más por el recuerdo de dos anécdotas que por su fútbol.
A mediados de los segundos 45 minutos, el cuarto árbitro se equivocó en un cambio y dio salida al futbolista que no debía provocando la ira de Suárez. Para más inri, Teo decidió 'vestirse' de verde y autoexpulsarse tras una agresión.
Ante tantas ayudas, Palmeiras no pudo si no consumar el segundo en el 92' y cerrar un partido a dos del final, en una obra de arte que pintaron entre Borja y Rocha al contragolpe.
0-2 en el Metropolitano y el 'Verdao' se autoproclama primer líder momentáneo del Grupo F, tras el empate de Melgar y San Lorenzo en Perú.