El aroma del PSG cambió en solo un mes de llegar a la final de la Champions a comenzar con dos derrotas la Ligue 1. En una semana en la que se conocieron las sanciones por el lío ante el Olympique de Marsella, el equipo parisino debía afrontar su tercera cita liguera ante un Metz que llegaba también con cero puntos.
Las flaquezas defensivas del rival avivaron las ganas del PSG de comenzar con buen pie el partido. Di María y Draxler comandaron las operaciones. Los de Tuchel generaron una infinidad de ocasiones en el primer periodo, pero ni Icardi, ni Sarabia, ni Draxler ni Di María estuvieron finos de cara a portería.
Parecía increíble que el conjunto local, con 5.000 aficionados en las gradas del Parque de los Príncipes, se pudiese marchar al descanso con empate... y sin goles en su casillero. Quizás otro gallo hubiese cantado con Mbappé (apartado por su positivo en COVID-19) o con Neymar (sancionado).
En la segunda parte, para sorpresa de todos, el PSG bajó el pistón y no fue tan incisivo en ataque. El Metz lo aprovechó para sentirse más cómodo y, con el paso de los minutos, acercarse cada vez más a la portería de Keylor Navas.
Un motivo de peso mayor le brindó Diallo al Metz para creer en la victoria con su expulsión por doble amarilla en el 65'. Tuchel se vio obligado a ajustar el equipo y perder presencia ofensiva, algo que acusó en la recta final. Los visitantes tuvieron varias en la recta final para llevarse un tesoro de París.
En ese escenario, cuando peor estaba el PSG, el corazón de Di María, las jugadas individuales de Draxler o las ganas de sorprender de Dagba fueron las únicas razones que daban pie a un posible triunfo del PSG. Y una de ellas se cumplió cuando ya nadie lo esperaba.
El cuadro parisino, con nueve futbolistas sobre el césped (Bernat se tuvo que marchar lesionado), creyó en un centro que Di María sacó casi por inercia, Icardi no llegó a rematar y Oukidja se convirtió en el mejor aliado local. El portero del Metz rechazó de forma defectuosa y dejó el balón muerto en el área. Y ahí apareció Draxler, siempre siguiendo la jugada, para empujar la pelota al fondo de la portería.
Las siguientes imágenes al gol lo resumen: Di María quedó exhausto, Ander Herrera no sabía si reír o llorar, Draxler ni se creía el gol... el PSG, sin la música y ni el desparpajo que aporta Neymar y sin la presencia y ni la facilidad de cara al gol de Mbappé, se salvó de una buena. Pasó la difícil papeleta de enfrentarse a empezar la Ligue 1 con tres derrotas. Tuchel respira... de momento.