El combinado nacional que dirige Roberto Martínez destaca, además de por su calidad, por la mezcla de perfiles en sus jugadores. Bélgica es un país que durante décadas ha acogido a muchos emigrantes y la Selección está compuesta por varios de ellos.
Los Lukaku, Chadli, Fellaini y compañía no tienen sangre puramente belga como sí tienen los De Bruyne, Cortouis o Alderweireld. La diversidad está muy presente en la plantilla, pero esta no acusa para nada la diferencia de orígenes, ya que el belga es un grupo muy homogéneo.
Es probable que parte que esta unión tenga que ver con que hay un idioma común para todos. Pese a que en Bélgica se habla tanto francés como neerlandés (incluso una minoría habla alemán), el idioma común, y el de la selección, es el inglés.
Se utiliza el inglés en el país para evitar conflictos políticos, ya que usar el francés o el neerlandés puede atribuirse a la predilección por Flandes o Valonia. El resultado de esto es el de un idioma, el inglés, que sobresale para evitar malentendidos y unir a un país y a un equipo que va a por la Copa del Mundo.