¿El 14 de marzo de 2024 o el Cretácico? ¿Qué prefiere el lector? Son las dos vías para conocer por qué la Selección de Hungría se presenta a la Eurocopa con dos escudos en su equipación. Por supuesto, hay una respuesta corta y una larga. La extensa es la que lleva al curioso por un doble camino. La rápida no precisa de muchas complicaciones: el combinado nacional expone, en el espacio izquierdo de su pecho, el escudo de su país; en el derecho, el de su Federación.
Han pasado ya cerca de tres meses desde que Adidas dio a conocer, de sopetón, todos sus diseños para los torneos de este verano. No solo estaba en liza el del Viejo Continente, sino también la Copa América. En concreto, las elásticas conocieron la luz el 14 de marzo, cuando los más curiosos comenzaron a redactar sus listas de prendas favoritas para comprar en webs oficiales o en portales de dudosa procedencia, pero precios más razonables.
En una primera ronda de análisis, el atuendo de Dominik Szoboszlai o Péter Gulácsi pasó por alto. Ya no. La pelota está a punto de echar a rodar en Alemania y los espectadores se preguntarán, cada vez que salten al campo, por qué hay dos emblemas en su parte de arriba en lugar de uno, como el resto -aunque hay quien ha optado por un gallo gigante que incluso opaca al logotipo de la textil de turno-.
Para la respuesta larga a esta distinción en la equipación de Hungría, aunque el camino ya se haya bifurcado, depende del interesado explorar más o menos su profundidad. Lo importante, el hilo conductor del asunto, es que los magiares están muy orgullosos de su escudo. Mucho, mucho. Es por eso que el de su país y el de su Federación son, en esencia, el mismo, solo que el deportivo es circular, prescinde de algunos detalles y da la bienvenida a un balón en el centro.
Dense unos cuantos pasos atrás más. ¿Qué tiene este emblema para ser tan especial? Está dividido en dos. La zona izquierda cuenta con líneas horizontales de tonos rojizos y blanquecinos. Son los que caracterizan a la casa de Árpád, el jefe de las tribus que, en los siglos IX y X, conquistaron la cuenca de los Montes Cárpatos en las que se asentaron los antepasados de quienen, dentro de unos días, se verán las caras con Suiza.
En la derecha, el dibujo acoge una cruz sobre tres montes coronados. Es la que le entregó el papa Silvestre II a San Esteban I, el primer rey de Hungría, en el año 1000. Fue la ofrenda que el sumo fontífice le ofreció para santificarle, lo que dotó de aún más simbología a su corona, que no es la que emerge por encima de los tres montes, sino la que se ubica arriba del todo, en grande. Se trata de la Santa Corona Húngara, que se puede visitar en el Parlamento de Budapest. Es la joya de la corona. Literalmente.
Conocido el origen de los colores, las rayas horizontales, la cruz y la corona, ¿qué pasa con los montes? Son el Fátra, el Mátra y el Tátra. Se formaron durante la orogenia alpina, en el Cretácico. África, India y una placa tectónica llamada Cimmeria se estamparon contra Eurasia, lo que creó un levantamiento de cordilleras que causó la génesis de órdenes rocosos como la Península Itálica, o sea, la bota.
Actualmente, solo el Mátra habita realmente en Hungría. Entonces, ¿por qué se atribuye su escudo los tres? Porque es lo que hizo el rey Matías Corvino allá por el siglo XV, cuando esta zona era un foco de conflictos constantes de la que él salió lo suficientemente victorioso como para quedarse con los territorios y presumir de ellos en un escudo que, antes, tan solo contaba con la ya citada cruz y las ya mencionadas líneas de colores.
No debe sorprender al lector que un país adquiera así, por puro orgullo, un dibujo tan característico en su bandera. Basta con echar un vistazo al escudo de Eslovaquia, que también tiene los tres montes y también cuenta con una cruz similar. Hungría, con el paso de los años, ha soportado múltiples alteraciones de sus señas patrias por la llegada de uno u otro dirigente o incluso del comunismo, así que, en la actualidad, ve bien mostrar con tronío sus raíces en la Eurocopa. ¿No es motivo de satisfacción que ese pliegue de la camiseta de Szoboszlai cuando esprinta en suelo germano tenga bastante que ver con otro pliegue, uno de proporciones monstruosas, que ocurrió en el Cretácico? Y entre uno y otro, tal cantidad de Historia que han hecho falta dos escudos para exhibirla.