Y pasó lo que se veía venir que iba a pasar. Con uno de los dos guardias de seguridad atrapado en la marabunta, el otro a duras penas pudo aguantar el peso de tanto 'hooligan' apoyado sobre la valla publicitaria.
Aguantó lo que pudo, y esta finalmente cedió. Por suerte, sin consecuencias (sólo hay que recordar lo que pasó en Anoeta hace algo más de un año). La valla cedió, y cual domador de velocirraptores, el fornido guardia de seguridad contuvo la avalancha humana con la mirada y los brazos extendidos.
18 de abril de 2019
No hubo invasión de campo, al menos no en ese instante. Que se prepare el Eintracht para las consecuencias de esta brecha en la seguridad. La UEFA no será clemente.