El rey del caos apareció en el Wanda Metropolitano para rescatar al Barcelona y salvar un punto que parecía perdido para los 'culés'. De un plumazo, se reconcilió con la afición y se ganó el perdón definitivo de los azulgranas, que parecen predestinados a tener que lidiar con el inestable carácter del galo durante mucho tiempo.
Porque Ousmane Dembélé tiene algo que escapa al resto de futbolistas. No es el más académico o estético en su fútbol, pero sabe manejar las dos piernas como nadie. Y eso vale mucho dinero en el fútbol actual.
En Madrid, el francés volvió a salir al rescate de los suyos y, cuando más desordenado estaba el Barcelona, encontró el camino al gol. Da la sensación de que tiene tantas dificultades para rendir en esquemas rígidos como facilidades para triunfar en el caos.
Un empate no tan malo
Pero, de vuelta al inicio del choque, Simeone y Valverde volvieron a poner de manifiesto que la locura de los Atlético-Barcelona ya forma parte de la historia de este deporte. Si la pasada campaña firmaron un 1-1 y un 1-0 muy, muy tácticos, en la presente van por el mismo camino.
En la primera mitad no sucedió absolutamente nada al margen de la lesión de Sergi Roberto. Ni rastro de Oblak o Ter Stegen, que vivieron plácidamente hasta el frenesí del último cuarto de hora del encuentro.
Por parte azulgrana, apenas dos golpeos a balón parado de Leo Messi que se fueron por encima del larguero. El conteo de ocasiones rojiblanco fue aún más insustancial. Sólo Piqué amenazó con sorprender a Ter Stegen al desviar mal un centro desde la derecha.
La entrada de Rafinha por Sergi Roberto al descanso tampoco cambió demasiado el decorado. Valverde, que pudo optar por Malcom o Dembélé, eligió al brasileño a pesar de que el Atlético de Madrid había dado muy pocos motivos para preocuparse por los aspectos defensivos del juego.
Las señales que emitían el Cholo y el 'Txingurri' invitaban a pensar en que el empate era bueno para todos. Nadie arriesgaba nada, los porteros seguían siendo meros espectadores... hasta que los rojiblancos decidieron acelerar.
Después de vivir prácticamente toda la segunda mitad en su área, el Atlético dio un paso adelante en el último cuarto de hora. Lo hizo de la mano de Diego Costa, otro que se ganó la reconciliación con el gol y con su afición. Nunca le había marcado al Barcelona, pero él fue el desencadenante de la reacción 'colchonera' que acabó precisamente con su tanto.
Una carrera de campo a campo del hispanobrasileño apenas sirvió para que los del Cholo obtuvieran un saque de banda peligroso, pero el Barcelona ya no lograría salir del lío hasta el 1-0. Pecaron de inocentes Semedo y Vidal concediendo dos faltas laterales consecutivas y no perdonó Diego Costa en el córner que desembocó de la segunda acción a balón parado.
El 1-0 redentor del atacante del Atlético llegó en una cadena de fallos azulgrana. Muy blandito Rafinha en el marcaje -¿por qué vigilaba él al delantero más peligroso?- y muy hundido Ter Stegen, que quizás pudo hacer algo más para evitar el tanto de Costa.
Dembélé, amigo del caos
Con apenas diez minutos por delante, Simeone y los suyos tenían el partido donde querían. Quedaban diez minutos y tenían el reloj a su favor y a la afición entregada. Además, contaban con la tranquilidad que no tenía un Valverde que introdujo a la desesperada a Dembélé y Malcom. Un bien muy preciado que el Atlético rara vez desaprovecha.
Pero los rojiblancos no contaban con Dembélé. Como en Vallecas, el galo entró y lo revolucionó todo. Amagó con un par de cabalgadas peligrosas y no perdonó tras una asistencia con la puntera de Messi. Su definición, tras amago y por debajo de las piernas de Oblak, estuvo acorde con la importancia del choque.
El Barça robó un punto, que podría ser insuficiente para salvar el liderato si el Sevilla gana al Valladolid. Como la pasada campaña, se lleva un punto del templo rojiblanco, también remontando. Aunque da la sensacion de que el todavía líder dejó escapar una buena oportunidad de llevarse la victoria del Wanda Metropolitano.