En primavera, el Ruch Chorzów peleaba en la mitad de la tabla y una serie de victorias consecutivas le auparon a la zona noble, acercándole a la lucha por los puestos de ascenso. Un breve espejismo que no hizo si no magnificar la debacle consumada este sábado en Polonia.
Preso de una crisis institucional sin precedentes, el club fue limando su prestigio y perdiendo seguidores al mismo ritmo que patrocinadores. Un cáncer que no encontraba cirujano capaz de extirpar el tumor y salvar la deterioro galopante de un equipo que presume de haber conquistado 14 Ligas Polacas.
Desde 2017, el Ruch Chorzów ha encadenado tres descensos consecutivos, todos sobre el terreno de juego. Sin sanciones administrativas, el club ha ido dinamitando el prestigio de un equipo histórico del fútbol de su país y, mientras dirimen culpas y responsabilidades, su afición lloran el escarnio.
Solo en los años 50, el Bytom de Cracovia estuvo cerca de perder tres categorías en cuatro años. Desde que Waldek Fornalik abandonó el Ruch Chorzów en 2016, el equipo comenzó a decaer y, de momento, parece no conocer fondo y este sábado ya le cuenta como equipo de Cuarta División.